No se trata de buscar culpables; se trata de encontrar soluciones…Vale reiterarlo: Tomás Boy hizo ante el Morelia, el sábado, lo mismo que Alberto Coyote había hecho una semana antes, ante Lobos BUAP, y José Saturnino Cardozo dos semanas antes, ante los “Pumas”: cambiar la alineación, puesto que las fórmulas utilizadas hasta entonces habían probado su ineficacia. Si los dueños del juguete hubieran traído a Lopetegui -como se publicó hace unos días- o a Mourinho o a Guardiola, cualquiera de ellos habría hecho lo mismo: cambiar… aun a sabiendas de que cuando sólo hay tortillas y frijoles a la mano, las opciones culinarias son un tanto limitadas.*Aun exhibiendo las limitaciones cualitativas de su plantel y el reducido repertorio de ideas colectivas que se viene arrastrando desde las dos últimas temporadas de Matías Almeyda al frente del equipo, el Guadalajara tuvo, el sábado, por lo menos una situación futbolística propicia para cambiar la historia: la pifia de Malagón -arquero del Morelia- que dejó el zagúan a merced de “Chofis” López; los disparos de Molina y Pulido a los palos no cuentan, porque les faltaron los consabidos 20 centavos de puntería para el peso.Los conceptos futbolísticos empleados por los cuatro entrenadores que se han sucedido en el cargo desde que el equipo -para decirlo de alguna manera- cayó de la gracia de Dios, han sido insuficientes para que la materia prima disponible consiga los resultados apetecidos. Y no es que Almeyda, Cardozo, Coyote y Boy sean incompetentes -ninguno lo es-, sino que el perfil adecuado del técnico capaz de conseguir resultados clamorosos con ese material humano, sería una combinación de San Malverde con Mandrake el Mago.* El hecho consumado es que las “Chivas” suman ya seis derrotas por un empate en sus últimas siete salidas; que perdieron, uno tras otro, tres de los partidos que parecían “ganables” -ante “Pumas”, Lobos BUAP y Morelia- en esta etapa del certamen; que el panorama luce muy sombrío para las jornadas restantes -ante Puebla, León y “Tigres”-; que el sueño (guajiro, si se permite ponerle el calificativo a la medida) de buscar la clasificación se ha convertido en pesadilla; que este campeonato ya se fue a la basura -como los dos precedentes-… y que el equipo, como un milagro no ocurra, está condenado a disputar los próximos torneos en la terrorífica zona de descenso.