Para muchos observadores -analistas profesionales o simples aficionados-, uno de los mejores escenarios imaginables de la ''Liguilla'' en curso, era, a priori, la posibilidad de que Cruz Azul y América fueran los protagonistas de las batallas decisivas… Hoy, la realidad de los resultados ha dispuesto un escenario mejor aún: la incertidumbre. * Ya es un lugar común señalar que ''en el fútbol mexicano, cualquiera le gana a cualquiera''. Lo que algunas veces fue calificado como un defecto (''por la mediocridad de los equipos participantes en el campeonato'', se decía), luego comenzó a ser interpretado como una virtud, por el equilibrio de fuerzas que denotaba.De hecho, hubo consenso en que, sin regatear elogios a las figuras de los grandes protagonistas de la Liga española o de la Bundesliga, donde uno o dos equipos parten el queso y los demás se limitan a fungir como relleno del pastel, es preferible un campeonato como el mexicano, en el que nadie puede tener, de antemano -ni siquiera en la instancia de la ''Liguilla'' decisiva-, la seguridad de quién va a ser campeón.*Los partidos de ida de la fase de Semifinales, pusieron signos de interrogación a las previsiones de los expertos… y a las ''latidas'' de la mayoría de los aficionados.Que el Monterrey, el miércoles, jugara su mejor partido del campeonato, y el Cruz Azul, en cambio, tuviera en el arranque del partido 15 minutos ''indignos'' -como los calificó su técnico, Pedro Caixinha-, no significa que uno y otro vayan a volver, hoy, a sus niveles anteriores... ni garantiza, por tanto, que los ''Cementeros'' vayan a aplicar a la historia ''la ley de la tortilla''.Al contrario: la posibilidad de que el Monterrey haga un gol en el Azteca y obligue al Cruz Azul a anotar tres para levantarse de la lona, incorpora un estimable ingrediente adicional al partido: el morbo.*Para el partido de mañana, el antecedente del empate en el de Ida, con Marchesín y Saldívar como las figuras de sus respectivos equipos, deja el boleto para la Final que se disputarán América y ''Pumas'' -sin perjuicio de la supuesta ventaja del primero por cuanto será local- en calidad de ''volado''.La moraleja de la historia cae por su propio peso: saber de antemano quién va a ganar, vale para una película de James Bond… No así para el fútbol.