Sábado, 23 de Noviembre 2024

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* ¡Plop…!

Por: Jaime García Elías

* ¡Plop…!

* ¡Plop…!

La canción de Cornelio Reyna anticipó el episodio más reciente de la historia del Guadalajara:

-Me caí de la nube en que andaba, / como a veinte mil metros de altura…

*

Procede el reproche, porque a medida que se desvanecían las posibilidades de que las “Chivas” hicieran, ya de perdido, un papel decoroso en el agonizante Torneo de Apertura, sus dirigentes se refugiaron sistemáticamente en una ilusión: poner todas sus complacencias en el Mundial de Clubes.

Lo de menos era que se les tildara de “Candil de la calle y oscuridad de su casa”.

En la letanía de las grandezas del Guadalajara, confeccionado por los publicistas de su actual propietario, hace 16 años, estaba incluido el propósito de convertirse en “el mejor equipo del mundo”.

Ganar el Mundial de Clubes era la ruta más corta para conseguirlo, aunque fuera por un atajo: primero, el tercermundista campeonato de la Concacaf; después -con suerte-, ganar tres partidos en los Emiratos Árabes.

*
Consumada la derrota ante el Kashima Antlers -digno monarca del fútbol japonés, ilustre desconocido en el resto del mundo-, la ilusión se desvaneció como pompa de jabón.

No hay atenuantes. Durante varios meses se decidió poner todos los huevos en la canasta del Mundial de Clubes.

En las tres últimas semanas se realizó, supuestamente, un trabajo intensivo de preparación, en lo táctico y en lo anímico, de la batalla librada ayer.

Analizado seria, objetiva, serenamente lo sucedido en el Mundial de Clubes, muy bien puede decirse que las “Chivas” fueron fieles al espejo diario del futbol mexicano

El argumento de que la superioridad ejercida en el primer tiempo merecía la recompensa de la victoria, se diluye por sí mismo.
Por una parte, la falta de contundencia -o de “suerte”, si así se prefiere denominarla- ha sido mal endémico del “Rebaño Sagrado” en varias campañas.

Por la otra, desatenciones como el desequilibrio táctico que propició el empate, la falta en el área sancionada con penalti, y la tibieza en la marca que facilitó el tercer gol nipón, tampoco pueden calificarse como anomalías, accidentes del fútbol o súbitos infortunios.

*

Tanto la impotencia a la ofensiva como las flaquezas defensivas exhibidas ayer, corresponden a las limitaciones consabidas, añejas, casi atávicas del fútbol mexicano.

No hay motivos, pues, para desgarrarse las vestiduras, ni para tildar de fracaso del Guadalajara o de vergüenza del fútbol mexicano el traspié de ayer.  

Analizado seria, objetiva, serenamente lo sucedido, muy bien puede decirse que las “Chivas” fueron fieles al espejo diario del fútbol mexicano.
Así de simple.

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