Sábado, 23 de Noviembre 2024

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* Pinole… y saliva

Por: Jaime García Elías

* Pinole… y saliva

* Pinole… y saliva

En el caso del Guadalajara, muy particularmente, los observadores tienen la tendencia a irse a los extremos: o excelente, si los vientos le soplan a favor, como ha sucedido en las dos jornadas que van del Torneo de Clausura…, o pésimo, si le son adversos, como sucedió en los tres torneos -dos todavía con Matías Almeyda como técnico, uno ya con José Saturnino Cardozo a cargo- siguientes a la conquista del último título.

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En los tiempos en que los resultados inspiraban desgarramientos colectivos de vestiduras, algunas decisiones de los dirigentes provocaron reacciones airadas, perceptibles particularmente en las nunca bien ponderadas redes sociales. Casos concretos: las salidas de Osvaldo Alanís, Rodolfo Cota y (sobre todo) Rodolfo Pizarro…

- ¿Cómo se les ocurre vender jugadores básicos en el plantel -inquirían los más furibundos críticos de esas decisiones-, si es evidente que el equipo necesita que lo fortalezcan y no que lo debiliten…?

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Ahora, en cambio, las victorias conseguidas en las dos primeras salidas del certamen, acallaron los conatos de protestas esbozadas a raíz de la decisión de facilitar las salidas de Orbelín Pineda al Cruz Azul, Ángel Zaldívar al Monterrey y José Juan Macías al León. Y como, por otro lado, Pineda aún no ha funcionado en la alineación del Cruz Azul como el refuerzo que supuestamente sería, las incipientes expresiones de inconformidad han cedido el paso a los elogios encendidos para Hiram Mier, Jesús Molina, Alexis Vega… y, por supuesto, Ronaldo Cisneros (por el gol de la victoria sabatina sobre los “Cementeros”), Gudiño, Brizuela y Beltrán, principalmente.

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Relativamente sorpresiva, porque los antecedentes inmediatos -su calidad de subcampeón- asignaban al Cruz Azul el rol de favorito, la victoria de las “Chivas”, el sábado, sin embargo, fue legítima y justa. Algo, como dice la canción, que “aunque parezca lo mismo, no es igual”…
Fue legítima, porque no hubo ninguna anomalía -un errático fallo arbitral, por ejemplo- que la empañara. Y fue justa, porque favoreció al equipo que mejor desempeño futbolístico tuvo en el partido; al que defendió mejor y atacó con más sentido… Que los “Cementeros” tuvieran más tiempo la pelota en su poder -como consignaron algunos observadores más interesados en lo accidental que en lo esencial-, sólo sirvió para demostrar que, también en materia de futbol, no come más pinole el que tiene más pinole… sino el que tiene más saliva.

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