Fueron notorios, y en un par de casos hasta escandalosos, los errores individuales y colectivos de los defensas (es un decir…) mexicanos, el martes ante una selección argentina en que brillaban por su ausencia varios de sus mejores representantes… Araujo y Salcedo se colocaron el sambenito de “chivos expiatorios”, con pifias en que exhibieron que son tan falibles como el resto de los humanos, pero que ponen en tela de duda, por lo mismo, su aptitud para fungir como seleccionados nacionales ante adversarios tan calificados como el que esta vez tuvieron enfrente.Fue igualmente patente la incapacidad de los hipotéticos atacantes -carrileros, volantes y delanteros- para descifrar el planteamiento defensivo casi perfecto que les puso enfrente Lionel Scaloni. Que hubiera, en todo el partido, un solitario tiro al marco -de Lozano, desviado a corner por Andrada-, subraya el consenso de los observadores: México no fue rival; careció de argumentos para darle a su derrota, al menos, el calificativo de decorosa.Como otros tropiezos sufridos por el “Tri” a lo largo de la historia, este debe servir para poner los pies sobre la tierra. Antaño fueron un 8-0 ante Inglaterra, en 1961; un 6-0 ante Alemania, en el Mundial de Argentina-78; un 5-0 adverso ante Italia en 1984, y otro ante Brasil en 1992; el 7-0 ante Chile en la Copa América-Centenario de 2016. O sea que historias similares a la del martes en San Antonio, ya están más vistas que las películas de Cantinflas.El descalabro, más que a la de los zagueros que incurrieron en pecados que llevaron la penitencia de los goles y repercutieron en una derrota que quizás habría sido más escandalosa si el rival se lo hubiera propuesto, se endosa a la cuenta de Gerardo Martino… Es natural: “Si el enfermo se muere, el médico tiene la culpa”.A medida que los ánimos se serenen; que se acepte que en el futbol hay castas; que el de México ha sido y sigue siendo de segunda categoría; que si México se enfrenta diez veces a Argentina lo normal es que Argentina gane en seis o siete ocasiones, se entenderá que Martino hará honestamente su tarea si consigue que el “Tri” gane la mayoría de los partidos que debería ganar… y, aunque sea de vez en cuando, para alimentar el patrioterismo de los aficionados, algunos de los que normalmente debería perder.