Una vez que los hechos nos pusieron nuevamente en el lugar que nos corresponde, y que quedó demostrado que “atrevernos a soñar cosas chipocludas” —como dijera el clásico Javier “Chicharito” Hernández— no hace menos dolorosos los despertares, el siguiente paso, de regreso a la realidad, consiste en decidir si Juan Carlos Osorio sigue al frente de la Selección Nacional o hay que cambiar de timonel.*El clamor de que se diera continuidad al ejercicio del técnico colombiano surgió, estentóreo, a raíz de las victorias sobre Alemania y Corea… y fue declinando gradualmente conforme se sucedieron las derrotas ante Suecia y Brasil. Como se apuntó al principio de esa aventura, el tiempo, “supremo juez”, pondría, al final, las cosas en su sitio.Cuando el tiempo cierre las heridas y haya la serenidad necesaria para valorar objetivamente su gestión, la historia consignará, probablemente, que Osorio, como corresponde a un profesional serio, honró su compromiso: condujo al Tri al Mundial; sin convencer a la mayoría de los “expertos” sobre la pertinencia de sus métodos, quizá…, pero también, ciertamente, con menos apremios que sus predecesores en el cargo para varios de los ciclos anteriores. Si no participó en la concreción del sueño de llegar al quinto partido fue porque la maldita realidad confirmó lo que ya se sospechaba: que aunque ocasionalmente México ha vencido a Brasil —como también ha vencido a Alemania, campeón mundial, según acaba de demostrarse—, Brasil, futbolísticamente hablando, lo mismo que Alemania, es superior a México. Punto.*La continuidad de Osorio no depende exclusivamente del análisis que hagan de su ejercicio los dirigentes de la Federación y de la Selección mexicana. También dependerá de su propia voluntad. En ese aspecto, durante todo el proceso pero muy particularmente en la recta final del mismo, hubo indicios de que Osorio ya había tomado una decisión: dar por cerrado su ciclo al frente del Tri… a no ser que los astros se alinearan para que se consiguiera un desempeño sobresaliente en el Mundial; algo que, evidentemente, no sucedió.La credibilidad de un técnico, a los ojos de jugadores, dirigentes, aficionados y críticos, depende, primordialmente, de sus resultados. Al margen de que sus victorias fueran muchas más que sus descalabros, en el balance, en este momento, a los ojos de la opinión pública, pesan más las dos derrotas más recientes que todas las victorias previas.Así que…