No se trata de desearle mal a nadie, ni de invocar maldiciones, hechizos o brujerías. Es cuestión, sin más, de dar a la situación actual del Guadalajara, objetivamente, su justa dimensión. De entender que el equipo más popular de México confronta una amenaza real. Que el riesgo del descenso, dentro de un año, está latente. Que a su caso puede aplicarse la analogía del que ve, desde un avión, la trayectoria de dos barcos y la velocidad de su desplazamiento en el océano, y concluye que si sus capitanes no modifican su rumbo o su velocidad en los próximos minutos, podrían chocar.Víctor Manuel Vucetich, actual técnico del Querétaro -otro equipo amenazado por la misma posibilidad- encendió las alarmas al respecto. Lo hizo, principalmente, para pedir que si los dirigentes del Guadalajara no aciertan a enderezar el rumbo de las “Chivas”, en la Federación Mexicana de Futbol se tomen medidas para que el desenlace de la historia se produzca conforme a las reglas del deporte… y de la ética.En efecto: es obvio que el eventual descenso del Querétaro -digamos por ejemplo- se vería con naturalidad: con la misma naturalidad con que se vio cuando vivió esa experiencia al final de las campañas 1993-94 y 2006-07. Que el Guadalajara -cuyo historial y peso específico en la Liga son de otro rango- viviera ese drama, podría interpretarse como un cataclismo para el futbol mexicano: algo similar a lo que sucedió en Argentina, hace ocho años, cuando River Plate, con muchas más luces que sombras en 110 años de historia vividos hasta entonces, descendió a la División B. (El episodio dejó una secuela trágica, más que simplemente amarga: incidentes violentos -destrozos en el Estadio Monumental, enfrentamientos de los aficionados con la policía…-, con saldo de un policía muerto y 65 heridos, además de graves daños y numerosos detenidos).Se supone que hay tiempo para evitar que la historia de las “Chivas” tenga un desenlace similar; se supone que la solución a los problemas actuales -notorios por lo demás- está en manos de sus dirigentes; se supone que éstos ya deben estar buscando al técnico y los refuerzos que le cambien la cara -y la suerte, por ende- al equipo…Sería lamentable que la solución estuviera a cargo de alguna “mano negra”. Sería funesto, más que para el Guadalajara, para la credibilidad del futbol mexicano.
