Se complicó más de lo previsto; México tuvo necesidad, como “para bailar la bamba”, de “una poca de gracia y otra cosita” -esto último, sobre todo, porque en los partidos contra Costa Rica y Haití estuvieron a punto de salirle alitas a la victoria- para hacer honor a los pronósticos…“Haiga sido como haiga sido” -que dijera el clásico-, el hecho consumado es que los dos países que se disputan la etiqueta de “El Coloso del Norte” en materia de futbol, protagonizarán la Final de la Copa Oro.*Hasta ahí, pues, todo de conformidad con los vaticinios de los especialistas. La gran incógnita surge precisamente para lo que falta…Más allá de relativas decepciones -como Honduras, que se quedó muy por debajo de las previsiones- y de sorpresas agradables -como Costa Rica y Haití, precisamente, por el crecimiento que mostraron-, México y Estados Unidos ratificaron su cartel.*Al margen de las dudas que dejó en los dos últimos partidos, el “Tri” dio pruebas de que el librito de Gerardo Martino -la continuidad en las alineaciones como premisa- es tan pertinente como lo fue, en su momento, el de las rotaciones, utilizado sistemáticamente por Juan Carlos Osorio. En ambos casos, los resultados son incuestionables.La gran incógnita consiste en intuir o prever cuál pudiera ser la fórmula del gol para la batalla decisiva de esta guerra. Conforme las primeras batallas se sucedieron, la solvencia ofensiva del “Tri” fue notoriamente a la baja. Ahí están los números: 7-0 contra Cuba, 3-1 contra Canadá, 3-2 contra Martinica, 1-1 (5-4 en penalties) contra Costa Rica, y 1-0 ante Haití. Si al principio parecía que con Jiménez y Antuna en el área y Guardado y Jona en la media distancia todo estaría resuelto, ya después se vio que, aunque parezca, no toda la luna es de queso.*Por contrapartida, además de haber ganado todos sus partidos (4-0 a Guyana, 6-0 a Trinidad y Tobago, 1-0 a Panamá y Curazao, 3-1 a Jamaica), como teóricamente tenía que hacerlo, Estados Unidos llega a la Final con marca casi perfecta en el aspecto defensivo, con comentarios elogiosos por los progresos que se advierten en la transición de la era de Jurgen Klinsmann a la de Gregg Berhalter como técnico nacional… y con la ventaja -pese a la previsible presencia masiva de mexicanos en las gradas- de jugar en casa.