La pandemia acelerará el proceso de desglobalización que había empezado hace algunos años. Estados Unidos y China se desacoplarán más rápido y la mayoría de los países desarrollados responderán aplicando políticas más proteccionistas para proteger a sus empresas y trabajadores nacionales. El mundo posterior a la pandemia estará marcado por más restricciones en el movimiento de bienes, servicios, capital y trabajo, entre otros. En este reordenamiento global, el grado de afectación de cada país dependerá del contexto y posición relativa de cada uno. Utilizaré una analogía para ilustrarlo. Imagínense a una persona atlética de 1.80 metros de altura y con un peso de 100 kilógramos en un teatro, antes de empezar la función se escuchan las medidas y protocolos que deben seguirse en caso de una emergencia. No entrar en pánico, pararse en forma ordenada, caminar hacia las salidas de emergencia claramente marcadas, no empujar ni saltar las filas. No seguir las medidas, afectaría las personas que están por delante. Ahora bien, imaginémonos que esta persona atlética está sentada en una tercera butaca de una fila frente a una salida de emergencia (contexto) con dos personas atléticas a su lado (posición relativa). Lo más probable es que al sonar las alarmas siga los protocolos. Sin embargo, si esta misma persona estuviera ubicada en la mitad de una fila lejos de la puerta de emergencia (nuevo contexto) con 14 personas de cada lado de la fila, de complexión menos robusta y atlética (posición relativa) lo más probable es que actúe en forma distinta, violando los protocolos. Así podría darse el nuevo reordenamiento geopolítico; aquellos países más fuertes y con posibilidades inmediatas de crecimiento económico se van a saltar todas las reglas para tomar ventaja otra vez, sin importar cómo esto afectaría a los más débiles. En el mundo post COVID-19 las empresas también tomarán medidas para subsistir y crecer, una de estas será la repatriación de sus operaciones. Esto no necesariamente implicaría un aumento de precios a los consumidores, porque en la realidad siempre ha sido la dinámica del mercado la que ha determinado el precio de los bienes y servicios. Me explico con un ejemplo. Apple participa con 14.5% (tercero en ventas) del mercado global de teléfonos inteligentes mientras que Samsung tiene 21.8% y Huawei 17.6 por ciento. Sin embargo, en términos de ganancias, Apple es el líder absoluto. La compañía obtuvo 66% de los ingresos y 32% de las utilidades. Esto indica que, en vez de pasar los ahorros a los consumidores, se los está pasando a los directivos y accionistas. Lo mismo sucede con otras empresas multinacionales. Lo que buscaban principalmente con la globalización era mejorar sus utilidades, no necesariamente bajar los precios a los consumidores. En el futuro será más de lo mismo, el mercado marcará la pauta. Otro aspecto que debemos tomar en cuenta es el impacto que puede tener un movimiento masivo de parte de las empresas, esto podría acentuar las asimetrías entre países. La decisión de una sola empresa puede no tener un impacto, pero si debido al cambio de contexto, muchas empresas deciden simultáneamente repatriar sus operaciones, esto sí afectaría en forma importante las tasas de desempleo y crecimiento económico.Los economistas clásicos alegan que cualquier política antiglobalizadora impactaría negativamente a todos. Sin embargo, el nivel de afectación dependerá de la posición relativa en el escenario político, social y económico en la que se encuentre cada país. En este nuevo contexto México debe repensar todas sus fórmulas y procesos, el nuevo T-MEC no necesariamente dará los resultados esperados.