Maradona -“Fiel a su espejo diario”, diría López Velarde- volvió a dar la nota…Esta vez, el pasado fin de semana, tras la victoria de sus “Dorados” en Tampico, Diego brindó el triunfo “a Nicolás Maduro (presidente venezolano) y a toda Venezuela que está sufriendo”. Ya encarrerado, aseveró que “los sheriffs del mundo, que son los yanquis, que porque tienen la bomba más grande del mundo se creen que nos pueden llevar por delante, no…; a nosotros no…; a nosotros no nos compra ese ‘chirolita´ (títere) que tienen de presidente”.*La Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol anunció haber abierto “un procedimiento de investigación” contra Diego, por presuntas violaciones a cinco artículos del Código de Ética de dicha Federación, que piden a sus miembros “abstenerse de llevar a cabo cualquier acto discriminatorio por razones (entre otras) de opinión política”; les exige asimismo “mantener una posición neutral ante asuntos de carácter religioso o político”, o “realizar cualquier actividad que pueda acarrear un conflicto de intereses entre la FMF, sus afiliados y terceros”, y les impone, en fin, “la obligación individual de dirigirse y desempeñarse en todas sus actividades, particulares o profesionales, con la debida probidad y respeto”.*Maradona, a diferencia de otros paisanos suyos, notables por su sensatez y corrección al expresarse -Menotti, Valdano…; seguramente miles más, tan prudentes como ellos... aunque menos conocidos-, se ha caracterizado por su proclividad a soltarse de la lengua.En sus reacciones a los abucheos de los aficionados al himno de su país y a él en lo particular en el Mundial de Italia, en 1990; en sus declaraciones tras la sanción de la FIFA al dar positivo en un examen antidoping durante el Mundial de 1994, en Estados Unidos; en muchos de sus comentarios a los procesos relacionados con la preparación de la selección argentina y en las reacciones a las críticas que se le han dedicado, incluso cuando él mismo fungió como técnico nacional, y ahora nuevamente, Diego ha sido la negación misma de la moderación.*Podrá preguntarse, haciendo suyos los versos de Quevedo, si “¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”…Pero también podría preguntársele si cree que todos los venezolanos aplaudirán sus palabras… y si éstas remediarán -o aliviarán al menos- los sufrimientos que denuncia.
