Con los hechos relevantes de la novena fecha del Torneo de Clausura frescos aún en la memoria –los del “clásico” Atlas-Guadalajara muy particularmente—, convendrá rescatar un par de apuntes que por falta de espacio se quedaron en el tintero; (valga la expresión… en el cabal entendido de que los tinteros ya son piezas de museo).Ambos, por cierto, tienen que ver con el arbitraje de Jorge Isaac Rojas.*Uno se refiere a la reaparición del traído y llevado “grito homofóbico” de los aficionados… con la particularidad de que, lejos de aplicar los protocolos establecidos por la Liga para esos casos, el silbante optó por ignorarlos.Es probable que, en la cédula arbitral, Rojas haya explicado su aparente omisión: fue notorio que los gritos surgieron de una parte de la tribuna ocupada mayoritariamente por seguidores del Guadalajara; fue evidente, por tanto, la perversa intención de ocasionar al Atlas un perjuicio adicional a la derrota en el “clásico”: un veto al estadio, similar al que recientemente se le aplicó, cuando los gritos expresaban la reprobación de sus propios seguidores al pobre funcionamiento futbolístico del equipo.*El otro se relaciona con las cuatro decisiones fundamentales para la marcha del encuentro, que el árbitro tomó merced a la intervención del VAR: las expulsiones de Alexis Vega, del Guadalajara, y Martín Nervo, del Atlas; el perdón de la tarjeta roja a Fernando Beltrán, y el penalti que propició el gol “del honor” para los rojinegros…Es cierto que el VAR ha modificado la manera de ver el futbol; que ha permitido la revisión de lances que en primera instancia tuvieron una interpretación, y un viraje de 180 grados en la siguiente. Eso ha servido para reducir el margen de error de los silbantes… pero también para acentuar la polémica, especialmente si los comentaristas (y los “expertos” en aspectos arbitrales, sobre todo) discrepan de las decisiones de los jueces.Sin embargo, también hay que decir que el International Board no sólo ha incorporado normas novedosas para interpretar las reglas, sino cambios sustanciales en las reglas mismas. En el caso de las faltas, ahora sanciona más drásticamente, con menos flexibilidad que antes, la acción de golpear a un adversario. Y si los árbitros deben adaptarse a esas modificaciones, comentaristas y aficionados deben hacer otro tanto… aun a sabiendas de que pocas cosas en esta vida hay tan difíciles como romper inercias.