El contraste es inevitable. Aunque la historia sólo consigna el nombre del primero, junto al gran triunfador se coloca, de entrada, el del gran derrotado. En el caso del desenlace del Torneo de Apertura, el domingo pasado, mientras el Monterrey acapara los elogios y las fiestas, el América tiene que recoger críticas y cuchufletas al por mayor.Lo de menos es que este capítulo de la historia se haya resuelto por la mínima diferencia, en la instancia suprema de las series de penalties que –se ha dicho mil veces— “son como un volado”… Un vez repartidos los roles, se aplica la máxima de que “del árbol caído todos hacen leña”. Y más si se trata del América, que ha hecho del “ódiame más” una divisa, cuando no un timbre de orgullo. * Acrecentada, pues, por los sentimientos de antipatía que suele despertar el equipo capitalino, la cuestión es si la coronación del Monterrey (el vaso medio lleno) debe interpretarse (el vaso medio vacío) como fracaso del América…En cierto sentido, si por éxito, diccionario en mano, se entiende “el resultado feliz de un negocio, una actuación, etc.”, y fracaso es, por definición, “falta de éxito” precisamente, habrá que llegar a la conclusión de que en un campeonato hay un solo equipo exitoso, en toda la extensión de la palabra, y todos los demás rubricaron su actuación –por honrosa y aun meritoria que pudiera parecer a sus dirigentes y seguidores y aun a los críticos— con el fracaso. Sin atenuantes. * El vocablo, en el caso del torneo recién concluido, se ha aplicado lo mismo a Santos Laguna, León y “Tigres”, que hicieron merecimientos suficientes para terminar en los tres primeros lugares de la tabla general durante la etapa clasificatoria, que a Guadalajara y Cruz Azul, a los que se exige, principalmente por su historia, que estén, al menos, entre los ocho participantes en el verdadero campeonato.El mismo criterio se aplica para los Pachuca o Toluca, cuyos dirigentes invariablemente asumen –y este torneo no fue la excepción— el reto de ser protagonistas y no simples extras del campeonato. En sentido estricto, porque fueron incapaces de redondear con un desempeño más sobresaliente aún la grata impresión que causaron al colarse entre los invitados a la “fiesta grande”, Necaxa, Querétaro y Morelia también fracasaron… aunque quienes llegaron hasta el límite de su capacidad, tengan motivos sobrados para sentirse satisfechos.
