Cuando algunos antiguos compañeros o adversarios en la cancha se convertían en entrenadores, preguntaban a Di Stéfano cuánto debe cobrar un técnico (eran tiempos muy distintos a los de Guardiola, Mourinho, Ancelotti, Martino, Osorio, etc.), Alfredo respondía:- Considera una cantidad que te permita hacer frente a tus compromisos, vivir decorosamente y darle dignidad a la profesión…, y cobra el triple.- ¿Y por qué el triple?- Porque un entrenador trabaja con los jugadores, con los directivos… y con los periodistas.*Pedro Caixinha dio la nota, el lunes pasado, al convocar, inopinadamente, a una conferencia de prensa en que rompió lanzas, con singular denuedo, contra el periodismo que se hace en México.Con razones válidas o sin ellas, el técnico del Cruz Azul está en todo su derecho de tener una muy pobre opinión acerca de la falta de cultura futbolística, de la escasa capacidad analítica, del raquítico nivel profesional y aun de la mala leche que caracteriza, si no a todos, porque toda generalización es insostenible, sí, probablemente, a muchos periodistas que pican piedra en el medio futbolero nacional. Es admisible que de su experiencia en Europa -en su natal Portugal, concretamente-, Caixinha desprenda la conclusión de que el crecimiento cualitativo que el futbol mexicano ha tenido en los últimos años, merece un nivel periodístico más alto...*Sus ex abruptos, especialmente en las tradicionales conferencias de prensa posteriores a los partidos, no son ninguna novedad. Pedro tuvo roces verbales con varios reporteros desde su primera etapa en México, con el Santos Laguna.Su malestar, que dio pie a la rueda de prensa del lunes, se originó, por lo que se infiere -el portugués no fue explícito al respecto-, en las versiones de algunos medios en torno, primero, a que el errático paso del Cruz Azul por el Torneo de Clausura (décimo cuarto en la tabla, con dos victorias, tres empates y dos derrotas) podría provocar su cese -lo que, bien visto, nada tendría de sensacional-; y, segundo, que los dirigentes ya han tenido contacto con Antonio Mohamed en ese sentido.*Caixinha pudo haber respondido esas “fakenews”, como él -sin aludir específicamente a ellas- las denominó, de dos maneras: aplicando el adagio de “a palabras de marrano, oídos de chicharronero” -es decir, con el silencio-… o con el más elocuente (e indiscutible, sobre todo) discurso que puede esgrimir un entrenador: los resultados.
