Ratificar al técnico de la Selección Nacional después de un Mundial de futbol, aunque los resultados hubieran generado más desencanto que alborozo, es perfectamente posible… en países como Alemania o Brasil, por ejemplo.Sucede así porque tanto los críticos, que tratan de ser objetivos, como los aficionados, tan proclives como los del resto del mundo a anteponer la pasión a la razón, concuerdan en que es más verdadero el Joachim Löw exitoso en la Copa del Mundo de hace cuatro años en Brasil, que el que fue incapaz de pasar a la segunda ronda en la recientemente disputada en Rusia. Eso, en el caso alemán. En el brasileño, porque se estima que el proceso liderado por “Tite” (Adenor Leonardo Bacchi según el pasaporte) merece continuidad, y que sus números (20 victorias, cuatro empates y dos derrotas) lo avalan ampliamente.En México, en cambio…*Aunque el tema fue colocado en la palestra, ayer, por los nuevos dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol, en su primera comparecencia formal ante los medios, es un secreto a voces que el ciclo de Juan Carlos Osorio como técnico de la Selección mexicana se epilogó con la derrota ante Brasil, y con la consiguiente frustración de críticos y aficionados... porque tampoco esta vez pudo superarse la barrera del cuarto partido.El relevo en el puente de mando del “Tri” tiene la misma lógica que tendrán las medidas que ya se tomaron en Argentina o en España para designar sucesores a Jorge Sampaoli y Fernando Hierro, respectivamente. Por una parte, que alguien tiene que pagar las facturas por los platos rotos; por otra, que el único remedio infalible para frustraciones colectivas como las que se vivieron en esos países, consiste en realizar sacrificios humanos… aunque sean simbólicos.*A Osorio, el exitoso debut del “Tri” ante Alemania le redituó que “expertos” y simples aficionados pidieran a gritos su recontratación inmediata. La derrota ante Brasil, en cambio, hizo que los pulgares que apuntaban hacia arriba, súbitamente lo hicieran hacia abajo.La derrota en cuestión era previsible, considerando que de 10 partidos entre sus Selecciones, muy probablemente Brasil ganaría cinco, México dos y los tres restantes se resolverían con empates. Lo cual significa que para dejar plenamente convencidos a sus críticos, el entrenador ideal del “Tri” tendría que ser una mezcla de San Francisco de Asís con Mandrake el Mago.