Esa es una de las peculiaridades del mundo raro del futbol: que los héroes, a la hora de las hazañas, casi siempre son los jugadores; los villanos, en cambio, a la hora de los fracasos, casi siempre son los dirigentes.Merced a la más reciente coronación del Guadalajara, por ejemplo, aún se quema incienso a Oswaldo Alanís por el pase y a Alan Pulido por la rúbrica en el primer gol, y al “Gallito” Vázquez por el disparo que derivó en el segundo, en la victoria decisiva (2-1) sobre los “Tigres”.En las decepciones que se sucedieron en los siguientes cuatro torneos, en los que las “Chivas” ni siquiera llegaron a las “liguillas”, se barajaron como causales de los fracasos, decisiones como las transferencias de los mismos “Gallito” Vázquez y Alanís, y, sobre todo, más recientemente, de Pizarro. Otro tanto sucedió con el cese de Matías Almeyda, un año después de ganar el Clausura-2017.Para la “vox populi”, la descomposición del Guadalajara ganador de una Liga, dos Copas, una Supercopa y la Liga de Campeones de la Concacaf, tuvo un culpable: no propiamente el dueño del equipo -aunque fuera obvio que él respaldaba las decisiones tomadas-, sino, sobre todo, José Luis Higuera, hasta el lunes pasado director general del club.Independientemente del mérito que le corresponde en la contratación de una veintena de jugadores, por lo menos -entre los cuales Gudiño, Van Rankin, Mier, Molina, Vega y algunos más que han sido titulares en los torneos más recientes, más Toño Rodríguez, Alanís y Peralta, refuerzos para la próxima campaña-, la misma “vox populi” le pasó factura por las salidas de Cota, Pineda, Pizarro y alguno más… y hasta por el rol sobresaliente de Macías (a quien Saturnino Cardozo descartó porque consideró que no jugaría con regularidad) con el León.Sus actitudes personales y muy señaladamente su manera de moverse en las redes sociales, le ganaron antipatías a raudales en ese medio, hoy por hoy tan sensible y tan activo, como lo demuestran los miles de mensajes que aplaudieron rabiosamente el anuncio de la directiva, de desvincularlo del cargo que desempeñó durante cuatro años.Higuera fue, pues, “El Villano de la Película”. Está por verse si, como aventuran algunos, también era el tumor canceroso que, al ser extirpado, permite al organismo rojiblanco recuperar la salud, como desean sus legiones de simpatizantes.