Gignac, por el “gol hecho” que falló, y Nahuel Guzmán, por la trucha que se le escurrió entre las manos y terminó su viaje mansamente en las redes de su portería, fueron los chivos expiatorios en la derrota que hizo cera y pabilo con la generalidad de los pronósticos, sacó a los “Tigres” de la pelea por el título, frustró la posibilidad del “bicampeonato” e hizo que se cumpliera la conseja evangélica de que “el que se ensalza, será humillado…”, etc.Sin embargo, sería injusto endosar al atacante francés y al arquero argentino la cuenta de los platos rotos, para que se la repartan a partes iguales. Aunque aciertos individuales, como el zurdazo que sacó Djaniny Tavares aun pagando el precio de la distensión muscular que lo obligó a salir de la cancha, o pifias como la de Luis Fuentes, de los “Pumas”, al perder a media cancha el balón con que Ménez y Mateus fabricaron el primer gol americanista en el partido del sábado; aunque aciertos o errores de ese calibre, decíamos, suelen ser determinantes en un resultado, el fracaso de los “Tigres” invita a evitar conclusiones simplistas, y obliga a hacer un análisis más profundo de lo sucedido.*El diagnóstico de “Tuca” Ferreti —claridoso de ordinario; afecto a llamar “al pan, pan, y al vino, vino”… duélale a quien le duela— fue impecable: “Nos eliminó un equipo que jugó con corazón, y nosotros nunca lo tuvimos”.El técnico de los “Tigres” tuvo tiempo de sobra para confeccionar esa síntesis de la historia. Más de una hora: desde el minuto 27, cuando el árbitro Jorge Isaac Rojas expulsó en forma rigorista a Jonathan Rodríguez, hasta el último de los tres minutos “de reposición” que concedió.*La ventaja de dos goles, adquirida en el juego de ida, y la adicional de un hombre sobre la cancha, hicieron creer a los “Tigres”, por la actitud que mostraron, que la victoria global y el boleto a semifinales eran la consabida “carambola hecha”. Menospreciaron al adversario. Regatearon el esfuerzo…Se expusieron, en suma, a que el rival les demostrara que en este juego no basta con la historia ni con el nombre ni con los argumentos futbolísticos químicamente puros, y que los grandes equipos escriben sus historias a base de poner sobre la cancha, como dice la zarzuela, “vergüenza, pundonor… y lo que hay que poner”.