“El que abona, pagar quiere”…El adagio viene a cuento porque el título de Copa conseguido anoche por el Cruz Azul no borra, ciertamente, las frustraciones acumuladas por dirigentes y simpatizantes de los “Cementeros”, por las reiteradas aproximaciones fallidas que han tenido en las dos últimas décadas para agregar otro título de Liga a sus vitrinas. Sin embargo, es un indicio de que se ha trabajado con seriedad, de que se ha invertido con intención y de que se ha jugado con calidad. Y es, probablemente -ya lo dirá el tiempo, “supremo juez”- un augurio de que se está en el camino de la reivindicación.*Para el Monterrey, la derrota de anoche ratifica la sospecha de que alguien que les tiene inquina a los rayados realizó un conjuro en el predio en que se construyó su nuevo estadio.Cero y van tres, con esta, ocasiones malogradas para conseguir una conquista que haga efectiva la leyenda que había en los vestuarios del viejo estadio del “Tec”: “Está entrando usted al vestidor del mejor equipo de México”. Y aunque la de anoche fue la más reciente, seguramente sirvió para recordar a los seguidores de la “Pandilla” su desilusión más dolorosa: haber perdido recientemente -en el Torneo de Apertura de la campaña anterior- una final de Liga… ante los “Tigres”.*Aunque hubo un momento en que pareció surgir la posibilidad de que el Monterrey hiciera valer su condición de local -cuando Lajud puso en la red el que habría sido el gol del empate… si el lance no hubiera sido invalidado una fracción de segundo antes, por fuera de lugar-, en el balance del partido queda la sensación de que el Cruz Azul lo ganó con absoluta legitimidad, porque nada hubo que dejara la menor sombra de duda sobre la limpieza de su victoria, y de que lo ganó con incuestionable nitidez.Los “Cementeros”, en efecto, fueron más ordenados en todos los departamentos; fueron más tenaces; fueron más imaginativos… Y, sobre todo, fueron más contundentes. La rúbrica de Elías Hernández al servicio de Aldrete, desviado de un manotazo por Carrizo, fue soberbia. Y, sobre todo, la de Cauteruccio -que entró a la cancha con el trébol de cuatro hojas- al trazo en que participaron Aldrete, Alvarado y el mismo Elías Hernández, fue un poema.Cruz Azul, pues, digno campeón… aunque sea de Copa.