Fue —estaba escrito que así sería…— una jornada pródiga en despedidas. Si algunas dejaron un sabor agridulce en la memoria de quienes las vivieron, otras dejaron un regusto amargo.*La de Rafael Márquez fue, en rigor, el epílogo de una historia a la que tanto el zaguero que viviera en el Barcelona la etapa más esplendorosa de su carrera como los dirigentes del equipo de sus inicios en el profesionalismo —el Atlas, obviamente— intentaron, sin conseguirlo del todo, poner una rúbrica memorable…El buen deseo consistía en que el jugador y sus dirigentes sumaran esfuerzos para alcanzar el sueño de reconciliar al club con el episodio más brillante de su historia. Lamentablemente, entre los desaciertos de la gente de pantalón largo al integrar el plantel y los cada vez más claros indicios de que las facultades de Rafa van en franco declive, el desenlace de la película fue anticlimático: los rojinegros sólo pudieron celebrar los buenos resultados conseguidos en el breve interinato de Gerardo Espinoza como técnico, en el epílogo de una campaña lamentable, en la que se confrontó de nuevo la amenaza del descenso.Lo que resta —la posibilidad de que Márquez sea convocado para el que sería su quinto Mundial— dependerá de si los seleccionadores nacionales decidan si vale la pena sacrificar una plaza en el plantel, con tal de llevar un símbolo en la delegación.*El del antiguo Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes, después rebautizado como “Azulgrana” y a la postre como “Azul”, fue el inevitable desenlace de una historia que se había postergado desde 1966 —hace 52 años ya— que se inauguró el Estadio Azteca. El rubro inmobiliario no se alimenta de nostalgias ni vive de sentimentalismos.*Por lo que hace al descenso de Lobos BUAP, fue la consecuencia que tuvieron, sumados, el repunte de un Veracruz en la recta final del Torneo de Clausura, que le permitió conseguir las cinco victorias que incluso alimentaron la esperanza de sacar boleto para la “Liguilla”, y los desaciertos de los dueños de los destinos de un equipo que consiguió el ascenso casi sin proponérselo, y que al final del cuento dio la razón a quienes, sin ánimo de ejercer como aves de mal agüero, les advirtieron que, como tantos ilusos que han sido aves de paso en la Primera División, posiblemente se habían sacado el tigre en la rifa.
