Era lo conducente: que la Comisión de Arbitraje de la Federación Mexicana de Futbol se inconformara por las declaraciones de Alfonso Sosa -principalmente-…, y que la Comisión Disciplinaria tomara el toro por los cuernos .*El jueves, al calce de las crónicas del partido que el San Luis ganaba por 1-0 en el primer tiempo y al cabo ganó el Guadalajara por 2-1, se publicaron las declaraciones del técnico de los “Tuneros” en el sentido de que la derrota de su equipo, la víspera, fue inducida por el afán, esencialmente comercial, en manera alguna deportivo, de propiciar la celebración de dos partidos entre las “Chivas” y el América, en los cuartos de final del Torneo de Copa.Aludía, específicamente, a dos decisiones arbitrales; ambas, a su parecer, injustificadas: la expulsión de Orlando Sánchez y el penalti decretado por falta de Maya sobre Brizuela; la primera dejó al San Luis en inferioridad numérica; el segundo permitió el tanto del empate; una y otro, sumados, facilitaron -según Sosa- la voltereta que los rayados dieron al marcador.*Especialmente desde que se implementó el VAR en los partidos del Campeonato de Liga, lo que ha permitido un análisis más exhaustivo -aunque no siempre acertado ni apegado al Reglamento- en los medios, se han detectado errores graves, de apreciación o de interpretación, por parte de los árbitros. Como se trata de pifias técnicas, es común, aunque no se haga público -se estima que exhibirlos iría en menoscabo de su autoridad-, que se les apliquen sanciones internas (multas o suspensiones) a manera de correctivos.En el caso de las dos decisiones del silbante Óscar Mejía que fueron señaladas por Alfonso Sosa como determinantes en el resultado del partido, supuestamente porque “no convenía que el San Luis estuviera en la siguiente fase”, cabe subrayar que no fueron descalificadas por erráticas... sino -implícitamente al menos- por dolosas.*Una acusación de ese calibre -aun siendo tácita-, de ninguna manera puede dejarse pasar. Si los deportes, y el futbol muy particularmente, tienen la popularidad que han alcanzado, es por su credibilidad: no porque quienes aplican las reglas sean perfectos; sí porque se les presupone honestos e imparciales.Sosa, por tanto, una vez que la Comisión Disciplinaria decidió -en buena hora- tomar cartas en el asunto, puede escoger: o prueba su dicho… o se traga sus palabras.
