Viernes, 22 de Noviembre 2024

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-Ausencias

Por: Jaime García Elías

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Pues sí: en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres se cumple al pie de la letra el adagio: “Ni son todos los que están… ni están todos los que son”.

Es del dominio público la anécdota: cuando se amplió la avenida Alcalde-16 de Septiembre, a mediados del siglo pasado, y en torno a la Catedral se construyó la cruz de plazas, una de ellas fue la de la Rotonda. El entonces Gobernador, Jesús González Gallo, considerando que nadie merecería más que Fray Antonio Alcalde el honor de ser su primer inquilino, solicitó al entonces arzobispo, José Garibi Rivera -quien luego sería el primer cardenal mexicano- su anuencia para reunir los restos del obispo benefactor, dispersos (a la usanza de entonces) en varias iglesias de Guadalajara, y trasladarlos a la Rotonda. Monseñor Garibi lo pensó unos días, y al final resolvió que no. (Su argumento, según una malévola versión extraoficial, habría sido que “Al rato va a estar en malas compañías…”).

-II-

Los restos del Fraile de la Calavera -como también se le conoce- continuarán reposando donde lo hacen actualmente. Su figura, replicada en bronce, empero, tendrá el lugar que merece entre los hijos esclarecidos de Jalisco. Lo de menos es que no naciera aquí; después de todo, dijo bien Chesterton: “El hombre es de donde quiere”.

Fray Antonio tomará posesión del lugar que merece como el que más, 226 años después de su muerte, cuando la huella de su amor al prójimo continúa latente. Lo hará simultáneamente con Consuelo Velázquez (compositora), Pepe Guízar (ídem), Guillermo González Camarena (científico), Luis Manuel Rojas (constituyente de 1917) y María Izquierdo (primera pintora mexicana que tuvo una exposición individual en Estados Unidos)

-III-

Al subsanarse, así, algunas ausencias significativas, parece pertinente considerar que, aunque haya sido una torpeza declarar “ilustres” a algunos personajillos cuyo único mérito consistió en tener buenos padrinos, sería de mal gusto retirarlos de la Rotonda. Después de todo, su condición de intrusos o advenedizos -“colados ”, en mexicano- es del dominio público…

Faltaría ponderar, en tanto, la posibilidad de incorporar -valga la insistencia- a Juan Rulfo, aun respetando la voluntad de sus familiares de no trasladar sus restos…, y de poner en lista de espera -ya que apareció en escena- al cardenal Garibi Rivera, principalmente por su contribución a cerrar las heridas que se abrieron durante La Cristiada, y al Padre Roberto Cuéllar, cuya obra a favor de la infancia, como la de Alcalde, continúa viva.

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