Nadie lo ignora: uno de los ramos de industria que más han florecido en Guadalajara en las últimas décadas, ha sido el de la venta irregular -aunque ya no clandestina- de medicamentos en la zona del Santuario. Irregular, porque se realiza en lugares que no cumplen con las condiciones y en muchos casos carecen de permisos oficiales para el ejercicio de esa actividad que, sin embargo, permite a las clases económicamente más débiles acceder a fármacos cuya adquisición se dificulta, a veces por falta de receta médica y a veces por su precio; pero ya no clandestina, decíamos, porque clandestino significa “secreto, oculto”, y esa actividad, desde hace muchos años, se realiza en esa zona en forma abierta, pública, notoria, ostensible, y a veces hasta escandalosa.-II-Bien… El caso es que en San Luis Potosí, según las notas periodísticas (EL INFORMADOR, I-24-21, p. 3-A), y probablemente en otros estados del país, se detectó ya “la venta ilegal, a través de las redes sociales, de la vacuna contra COVID-19 de la empresa Moderna”.El secretario de Salud de esa entidad, Miguel Ángel Lutzow, emitió un comunicado para advertir a la población que “no hay empresas privadas autorizadas en el extranjero con fines de importación para la venta de fármacos contra el coronavirus” en México. Ha habido, sí, iniciativas en ese sentido. En Jalisco, sin ir más lejos, tanto las autoridades sanitarias como las civiles han planteado esa posibilidad. En clínicas privadas hay interés porque esa inquietud se concrete. El Gobierno federal ha dado, en principio, su anuencia. Empero, hasta ahora, según las mismas fuentes, “los biológicos aprobados -es decir las vacunas-, solo se pueden adquirir de manera gratuita, a través de la Política Nacional de Vacunación” puesta en marcha hace algunas semanas, y que no contempla, de momento, la aplicación de las vacunas a la población abierta al margen de ese esquema.-III-No se trata de refrescar el inventario de los innumerables “operativos” y de las tronantes declaraciones de funcionarios públicos -llamaradas de petate, tanto aquéllos como éstas- acerca de ese comercio irregular. Se trata, simplemente, de la pertinencia de que Jalisco replicara la “alerta sanitaria” dispuesta en San Luis Potosí, para evitar que los oportunistas, valiéndose de las circunstancias, empiecen a ofertar en ese mercadillo -hasta ahora incontrolable, probablemente invencible-, tanto vacunas falsas como fármacos fraudulentos.Después de todo, la sabiduría popular enseña (y la experiencia confirma) que “la ocasión hace al ladrón”.