Domingo, 24 de Noviembre 2024

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- Va en serio

Por: Jaime García Elías

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Cuando el gobernador Enrique Alfaro anunció, la semana pasada, que se aplicarían sanciones severas -clausuras definitivas incluidas- a cantinas, antros, bares y similares que no acataran las disposiciones orientadas a reducir los contagios de COVID-19 en Guadalajara y sus alrededores, no faltó quien externara su escepticismo... y aun quien lo hiciera en tono burlesco, con el consabido “Perro que ladra, no muerde”...


-II-


La reacción se explicaba por algunos antecedentes: a cambio de la energía con que se vigiló el cierre de escuelas, teatros, cines, estadios y demás centros de espectáculos, hubo, ostensiblemente, flexibilidad hacia los giros señalados en las primeras líneas. Los establecimientos de zonas como los “corredores” Chapultepec, Providencia, Punto Sao Paulo, Zona Centro, Río Nilo, etc., relajaron notoriamente medidas como el uso obligatorio de cubrebocas, aplicación de controles sanitarios, reducción de aforos y demás.

Los medios de comunicación reportaron, documentaron e ilustraron anomalías que cualquier viandante o vecino podía constatar a simple vista: tanto los responsables -es un decir...- como los parroquianos de esos negocios, actuaban con el mayor desparpajo del mundo; como si no supieran que el destino nos había condenado a convivir por tiempo indefinido con un enemigo invisible, pernicioso y aun letal.

La tibieza de las autoridades ante dicho relajamiento se justificaba -desde cierta perspectiva-, primero, por “el derecho (individual) de todo mundo a buscar una expansión tras el prolongado confinamiento”; segundo, por “la necesidad (social) de preservar las fuentes de empleo” que esos negocios generan.


-III-


Sin embargo, a la vista de que casi seguramente hubo una relación de causa a efecto entre el relajamiento de las normas y el incremento alarmante de contagios, se procedió al citado apretón de clavijas...

De la advertencia verbal se pasó a las acciones: la noche del viernes y la madrugada del sábado -refieren las notas de EL INFORMADOR-, las autoridades municipales de Guadalajara y Zapopan realizaron sendos operativos para supervisar la aplicación de medidas sanitarias en bares y restaurantes, a raíz del cual cuatro negocios de Guadalajara y cinco de Zapopan fueron clausurados y varios más recibieron multas y amonestaciones. El presidente municipal interino de Guadalajara, Eduardo Fabián Martínez, dispuso asimismo que se supervise “con mayor énfasis la adecuada implementación de esas medidas”.

Lo que significa -para decirlo en cristiano- actuar (¡cual debe!) en función del bien común... y, de paso, tapar la boca a quienes, a raíz del apretón de clavijas de hace una semana, se permitieron esbozar una sonrisa socarrona... y aun comentar, entre dientes, que “Perro que ladra, no muerde”.

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