De momento, se trata de “una de cal... por tantas como van de arena”.Podrá decirse, en rigor, que se aplicó “un golpe mortal a la delincuencia organizada” (o a una facción de ella, al menos), si, tras la aprehensión, la madrugada del domingo, de José Antonio Yépez Ortiz (a) “El Marro”, se suceden los siguientes portentos: 1) que a él y a sus camaradas en el Cartel de Santa Rosa de Lima se les decretan los correspondientes autos de formal prisión y se les vincula a proceso; 2) que no se repita la consabida historia de que el juez dispone su liberación, “por faltas al debido proceso” en la aprehensión o la consignación; 3) que, merced a sus declaraciones o a más labores de “inteligencia” de las autoridades, se detiene a otros cómplices en los delitos de delincuencia organizada y robo de combustibles; 4) que en el corto o mediano plazo se observa una disminución significativa de los saqueos sistemáticos a los ductos de hidrocarburos; 5) que, ante la imposibilidad de pasarles la factura, en pesos y centavos, de las ganancias ilícitas obtenidas, durante años, por los cientos (o miles) de personas que hicieron del “huachicoleo” y delitos afines su modus vivendi, se congelan las cuentas y se incautan los capitales y los bienes que sea posible, y se ponen a disposición del nunca bien ponderado –en el discurso oficial en boga— Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP, por sus siglas en español); y 6) que el suceso no sea simple reedición del cuento de El Burro que tocó la flauta.-II-En las primeras reacciones que generó la noticia, hubo, por supuesto, aplausos para los “elementos de la Secretaría de la Defensa, la Secretaría de Marina, la Guardia Nacional, la Fiscalía General de la República y la Secretaría de Seguridad Pública y Ciudadana” a los que –a reserva de lo que ocurra en “La (inefable) Mañanera” de hoy— la Secretaria de Gobernación ya colocó las respectivas estrellitas en la frente. Pero hubo, también (porque “La burra no era arisca”), alusiones a la incompetencia exhibida por las mismas dependencias en el “Caso Ovidio”, o a las irregularidades acumuladas en el “Caso Lozoya”.-III-Colofón: por si alguien la ha olvidado, vale consignar la moraleja de la fabulilla de “El Burro que tocó la flauta” recordada líneas arriba: “Sin reglas del arte / borriquitos hay, / que una vez aciertan... / por casualidad”.