Esperar que el Presidente López Obrador aceptara, respetuosamente, la resolución de la Cámara de Diputados sobre su polémica iniciativa de Reforma Eléctrica, habría sido ilusorio. Era demasiado pedir.Decir que “un grupo de legisladores (...), en vez de defender los intereses de la nación, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a robar”, implica la hipótesis de que disentir de una iniciativa presidencial es ir, ipso facto, contra los intereses de la nación; y, además, la grave acusación de que las empresas extranjeras -¿incluidas, acaso, las de muchos inversionistas mexicanos que operan en otros países?- incurren, también ipso facto, en conductas delictivas: algo que habría que probar... y que, en todo caso, ameritaría y aun exigiría la denuncia penal correspondiente.-II-El desenlace de la kilométrica sesión dominical en la Cámara de Diputados estaba cantado. Al margen de los puntos finos de la iniciativa, el Presidente consiguió (“golpe a golpe, verso a verso”, diría Antonio Machado) lo que parecía imposible: unir el agua y el aceite; unificar en su contra las voluntades de corrientes políticas -PRI y PAN principalmente- entre las que había diferencias históricas supuestamente irreconciliables.En vez de plantear respetuosamente su iniciativa; de invitar a todas las partes a la reflexión serena, al diálogo constructivo, al enriquecimiento de la misma y a los posibles consensos, unificó en su contra los ánimos... y por ende, los votos suficientes para que el rechazo masivo de la oposición fuera la consecuencia natural. Fue, bien vista, la reacción lógica a su cotidiano discurso sarcástico y ofensivo, alimentado por sus personales fobias, frustraciones, rencores y resentimientos: “el PRIAN”, “los conservadores”, “el funesto neoliberalismo”, “la mafia del poder”...-III-Esquizofrenia -dice el diccionario- es el grupo de enfermedades mentales en que coinciden dos rasgos característicos de la personalidad del Presidente: la disociación de su propia personalidad y falta de contacto con la realidad: los “otros datos” con que intenta eludir a sus críticos, y la búsqueda sistemática de fantasmas del pasado y moros con tranchete: los “adversarios” que inventa todos los días.Por lo demás, por solo subrayar un punto de su hoy frustrada iniciativa, querer asegurarse de que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por un sentimiento arcaico de la soberanía, monopolice la comercialización de la electricidad en México, es querer soslayar que los números rojos de Pemex y la CFE son las mejores pruebas de que poner empresas en manos del gobierno, en este país, es condenarlas a la ruina.jagelias@gmail.com
