Lunes, 31 de Marzo 2025

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- Timbres de oprobio

Por: Jaime García Elías

- Timbres de oprobio

- Timbres de oprobio

Tiempos hubo, Señor Don Simón, en que Jalisco sobresalía, a nivel nacional, por los timbres de orgullo de que los lugareños podían ufanarse: desde la belleza de sus mujeres (los “ojos tapatíos” que a tantos poetas inspiraron) hasta las bondades de su clima (“la eterna primavera”), pasando por la gallardía de sus hombres, lo florido de sus jardines (“La Ciudad de las Rosas”), el talante afable de sus habitantes (“Ciudad Amable”) y las hazañas de sus deportistas (“Zapopan” Romero, los José Becerra -el boxeador y el frontenista-, Antonio  Palafox, los hermanos Prieto, el Guadalajara “Campeonísimo”…).

Pero como “unos tiempos traen otros”, y así como los hay “de lanzar cohetes” también los hay “de recoger varas”, Jalisco compensa sus pretéritos timbres de orgullo con algunos de oprobio que lo caracterizan actualmente. Por ejemplo, ser la entidad en que se han encontrado más fosas clandestinas en los últimos años, o estar entre las que registran una mayor cantidad de homicidios violentos -¿hay de otros, por cierto…?- o de personas desaparecidas.

-II-

Claro indicio de que este tema -el de las desapariciones- ha alcanzado tintes de fenómeno social, es el hecho de que, más allá de pintoresquismos vernáculos como llamar “del Dos de Copas” a la Plaza de la Liberación,  la Glorieta de los Niños Héroes ha sido rebautizada como de L@s Desaparecid@s. Y un claro indicio de que, además de tomar nota de las denuncias, poco han hecho las autoridades para esclarecer esos hechos, es -dato al que poco se alude- que se ha localizado con vida a 104 mil 645 de 177 mil 863 personas (58.83%) reportadas como desaparecidas desde 1964 hasta la fecha (según la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, Karla Quintana).

Hay aspectos que no se puntualizan. Por ejemplo, cuántas de esas personas “desaparecieron” por su propia voluntad; cuántas fueron localizadas por las autoridades; cuántas se reintegraron voluntariamente a su familia; cuántas fueron secuestradas para cobrar rescate o inducirlas a la prostitución; en cuántas desapariciones en que hubo delitos que perseguir, se consiguió identificar, aprehender, procesar y sentenciar a sus autores…

-III-

El fenómeno social es preocupante, por supuesto. Pero lo más grave -como en los otros delitos que en Jalisco son el pan nuestro de cada día- es la impunidad que retrata la incapacidad de las autoridades para esclarecerlos y aplicar a los responsables “todo el peso de la ley”… que, en esas circunstancias, no pasa de ser letra muerta.

(carlosloret@yahoo.com.mx)

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