Martes, 26 de Noviembre 2024

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- Soberana patraña

Por: Jaime García Elías

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Con la venia de Jack el Descuartizador, “vámonos por partes...”. Por supuesto, los casos de los tres periodistas asesinados en México en lo que va del mes (Luis Gamboa en Veracruz, Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana), son lamentables: tan lamentables como los de todos los demás ciudadanos que en el mismo lapso, y aun “desde endenantes”, han tenido ese infortunio, más el adicional de que sus muertes no hayan sido “esclarecidas”... y muy probablemente -como dijera el proverbial Don Teofilito- “ni lo serán...”.

Sin embargo, promover, realizar y convocar a manifestaciones en más de veinte ciudades de todo el país, como ocurrió ayer, para “exigir que cesen los ataques en contra de los profesionales de la información”, proclamar que esos crímenes son “ataques contra un gremio o una profesión”, y, más aún, declararlos solemnemente “ataques a la sociedad y a su derecho de recibir información profesional y confiable”, es, por decir lo menos, exagerar la nota.

-II-

En ninguno de los tres casos registrados en lo que va del año y en la mayoría de los ocurridos en el pasado, ha habido investigaciones concluyentes; no hay, hasta ahora, la certeza acerca de la identidad o los móviles de los autores materiales o intelectuales de tales asesinatos. Pretender que la autoría de dichos crímenes corresponde a “poderes políticos”, “grupos de interés que quieren acallar sus voces” o “al crimen organizado”, es prejuzgar. Es una expresión de histeria, entendida como un estado de excitación nerviosa o una reacción exagerada provocados por una circunstancia o una situación anómala.

La gran mayoría de los 25 asesinatos de periodistas ocurridos en el sexenio de Vicente Fox, los 52 de Felipe Calderón, los 59 de Enrique Peña Nieto o los 28 en lo que va de López Obrador, han quedado en el misterio. Todos -o casi todos- han exhibido como una soberana patraña la reiterativa aseveración de que, a diferencia de las administraciones pretéritas “nosotros -los de la actual- no permitimos la impunidad”.

-III-

Y cuando se habla de impunidad -“decíamos ayer...”- no se alude únicamente a los delitos perpetrados contra profesionales de un oficio tan respetable como tantos otros -aunque por su propia naturaleza tiene (o se atribuye) cierta notoriedad-, sino a todos los sectores sociales, igualmente expuestos tanto a la violencia como a la remota, incierta, ilusoria posibilidad de que (como dicen que ocurre en los países civilizados) eventualmente sean descubiertos, aprehendidos, procesados y sancionados quienes los hacen víctimas de cualquier delito.

jagelias@gmail.com

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