Bécquer, en su Rima LXXIII, plantea: “¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es, sin espíritu, / podredumbre y cieno? / No sé; pero hay algo / que explicar no puedo; / algo que repugna, / aunque es fuerza hacerlo: / el dejar tan tristes, tan solos los muertos”.Así sucederá esta vez. Como en la Semana Santa, cuando la cancelación del Viacrucis y demás ceremonias abandonó al Nazareno en su camino al Gólgota; como el pasado día 12, cuando “La Generala” retornó a su santuario discretamente, sin la tradicional, bulliciosa compañía de millones de “romeros”, esta vez, al conmemorarse el Día de los Fieles Difuntos -el Día de los Muertos en la jerga popular-, en todos los cementerios de la Zona Metropolitana de Guadalajara y probablemente en casi todos los del país que ha hecho del culto a la muerte una de sus notas distintivas, se hará efectivo el estribillo de la misma Rima: “¡Dios mío: qué solos se quedan los muertos!”.-II-Por supuesto, las circunstancias así lo demandan. Conceder el beneficio de la duda a los crédulos -que no creyentes- que esta misma semana se aferraban a que “mi fe es más fuerte que el COVID” para “honrar la tradición” de visitar a la imagen de San Judas Tadeo en la iglesia de San Hipólito, en la Ciudad de México, desoyendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias y civiles, es incurrir, innecesariamente, en una temeridad rayana en la estulticia.La aseveración -una de las perlas de la semana, que se agrega, por derecho propio, al rosario de quince misterios que ya podría confeccionarse con frases de “la mañanera” como materia prima- de que “Nuestro pueblo -el mexicano- es obediente, responsable, consciente, ejemplo a nivel mundial”, es, por decir lo menos, discutible...La decisión (“dolorosa pero necesaria”, según el tópico) de aplicar el “botón de emergencia” y restringir muchas actividades “no esenciales” durante dos semanas, a partir de hoy, en Jalisco, significa invitar a los ciudadanos a renunciar a cierto porcentaje de su libertad, en beneficio del orden... y aun de la salud y la vida misma, en la medida en que estas últimas dependen de nuestras actitudes.-III-Es probable que algún día, cuando vuelva “la normalidad normal” -valga el pleonasmo-, recordemos estos tiempos de confinamientos, restricciones y similares con cierta nostalgia... y nos felicitemos por nuestra sensatez y disciplina. Así sea.
