Domingo, 24 de Noviembre 2024

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- “Roma locuta...?”

Por: Jaime García Elías

- “Roma locuta...?”

- “Roma locuta...?”

La condena del papa Inocencio I a la herejía pelagiana -que negaba el pecado original y consideraba, por tanto, innecesario el bautismo-, en el año 417, dio pie a la frase de San Agustín de Hipona: “Roma locuta, causa finita” (Roma ha hablado, caso cerrado)...

La frase, sin embargo, encerrada entre signos de interrogación (“Roma locuta, causa finita?”), se utiliza con sentido irónico. Sería el caso del Papa Francisco al defender el derecho de las parejas homosexuales a “vivir en el seno de una unión civil que les proteja legalmente”.

-II-

“Las personas homosexuales -dijo el Papa en un documental presentado el miércoles en Roma- (...) son hijos de Dios; tienen derecho a una familia. No puede echarse de una familia a nadie ni hacerle la vida imposible por eso. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil; tienen derecho a estar cubiertos legalmente”.

Jorge Mario Bergoglio -el actual Papa Francisco-, aún como arzobispo de Buenos Aires, se pronunció públicamente en favor de una ley para las uniones civiles entre personas del mismo sexo (sean homosexuales o no)... aunque se opuso a que se les denominara “matrimonio”. Su reciente declaración, por tanto, concuerda con ese criterio. De ninguna manera debe interpretarse, pues, como indicio de que la Iglesia, como institución, modifique el concepto de matrimonio establecido en el Derecho Canónico (c. 1055 y 1096) como “un consorcio permanente entre un varón y una mujer -en ningún caso dos varones o dos mujeres-, ordenado a la procreación de la prole mediante una cierta cooperación sexual”.

-III-

“La propensión de los hombres y las mujeres a formar relaciones duraderas con fines reproductivos -sostiene el biólogo reproductivo Alan Dixson-, es un rasgo antiguo, probablemente presente en los primeros miembros del género humano. La existencia de tales relaciones entre los sexos es universal en las poblaciones humanas existentes, y su existencia en formas ancestrales proporcionó la base biológica para la aparición posterior del matrimonio”.

Puesto que la procreación solo es posible entre un hombre y una mujer, tan comprensible es la reticencia -tanto de la Iglesia como de cualquier persona razonable- a homologar con el matrimonio (de los vocablos latinos “matris” [madre] y “munium” [cuidado], lo que significaría “cuidado de la madre por el marido/padre”) cualquier otro tipo de unión entre personas, con la anuencia del Papa a que todas las personas, sin excepción, tengan derecho a formar parte de una familia.

Así que.

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