Es tal el pavor de algunos gobernantes a que sus adversarios -reales y/o ficticios- los tilden de “represores”, que prefieren exhibirse como ineptos o pusilánimes.Botones de muestra, las secuelas de las manifestaciones del jueves pasado en (y alrededor de) Palacio de Gobierno de Guadalajara, y del lunes en calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. En el primer caso, el Gobierno del Estado levantó los cargos y puso en libertad a seis personas detenidas en flagrancia, cuando perpetraban los delitos de daño en las cosas, daños al patrimonio urbano, desobediencia y resistencia de particulares, al degenerar en manifestación de violencia, vandalismo y desorden generalizado la legítima protesta que se realizaba por la muerte de Giovanni López, presumiblemente a consecuencia de un caso de brutalidad policíaca. En el segundo, la jefa de gobierno de la Ciudad de México se jactó de que quienes perpetraron destrozos, agresiones y desmanes, so pretexto de la manifestación de protesta por la brutalidad policiaca contra una joven participante en una marcha previa, en protesta, también, por la muerte de Giovanni, ocurrida la semana pasada, “se quedaron con las ganas” de que la policía los reprimiera, y les diera argumentos para desgarrarse públicamente las vestiduras por tal motivo.-II-Contra lo que piensan, suponen o se imaginan algunos, especialmente a partir de los sucesos del ’68 en México, reprimir no significa agredir, perseguir, ni mucho menos asesinar o masacrar a personas inocentes que ejercen en la vía pública un derecho que la ley les reconoce. Reprimir, diccionario en mano, significa “contener, refrenar, contener por la fuerza el desarrollo de algo”. Reprimir algo lícito, como el ejercicio de un derecho, es una arbitrariedad; en cambio, reprimir conductas socialmente condenables, como los actos vandálicos, los saqueos o las agresiones (a policías, como las de la semana pasada en Guadalajara, o a particulares -periodistas, concretamente-, como el lunes en la Ciudad de México), es, por ley, la obligación de las corporaciones creadas por el legislador y mantenidas con los recursos que aportan los ciudadanos a través de los impuestos, para, llegado el caso, mantener el orden, salvaguardar la integridad física y preservar el patrimonio de los mismos ciudadanos, mediante el uso de la fuerza pública.-III-Reprimir, en la acepción que erróneamente se da al vocablo, es reprobable. Dejar impunes delitos que se cometen en flagrancia, es ineptitud; es tibieza; es incapacidad para aplicar la ley; es dejar la puerta abierta para que esas conductas se vuelvan endémicas.