Pues sí: una vez cumplido -así fuera a tiros y tirones- el compromiso de poner la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano al servicio de Guadalajara y de sus habitantes, quedaba pendiente (y en buena medida queda todavía) un tema colateral: el reordenamiento integral de las rutas del transporte público en toda la Zona Metropolitana...Una parte de esa tarea -aplazada hace seis años, so pretexto, precisamente, de que la operación de la Línea 3 permitiría articular en torno suyo, convirtiéndolas en alimentadoras, varias líneas de camiones- ya se hizo: fue la reestructuración de alrededor de 25 rutas. Otra está apenas en el terreno de los planteamientos teóricos: es la relacionada con las tarifas; más concretamente, con la posibilidad de que se aplique, en beneficio de los usuarios, un esquema de descuentos para los pasajeros que transborden “desde cualquier ruta de camiones hacia el Tren Ligero, Macrobús, trolebús, Pretrén y viceversa” (EL INFORMADOR, IX-29-20).-II-La iniciativa de la diputada priista Mariana Fernández -que ya fue planteada formalmente en el Congreso del Estado- contempla que ese descuento, que sería del orden de los 280 millones de pesos anuales y eventualmente aumentaría en la medida en que se aplicaran los inevitables “ajustes” periódicos -alzas, vía de regla- en las tarifas, sea absorbido, a manera de subsidio, por el Gobierno del Estado.La propuesta ha merecido algunas acotaciones sensatas. Una, la de Adriana Inés Olivares (doctora experta en movilidad por la Universidad de Guadalajara), en el sentido de que sería conveniente -aunque no se señala qué tan factible...- aplicar esa modalidad “en beneficio de quienes realmente lo necesiten”; no generalizarla, pues. Otra, la de Arnoldo Licea (Secretario General del Sindicato de Avanzada de Trabajadores del Autotransporte del Estado de Jalisco), acerca de “apoyar al usuario para que pague menos”... pero sin afectar al transportista, “porque en este caso sería una situación que pondría en riesgo el servicio”.-III-Tanto las acciones (y las cuantiosas inversiones de fondos públicos) ya realizadas como las propuestas en estudio, van en el mismo sentido: vender a los automovilistas la idea de que el transporte público tiene más virtudes que imperfecciones e insuficiencias, al efecto de revertir el pernicioso e incontenible -aunque, también, inevitable- crecimiento del parque vehicular (¡alrededor de dos millones de automóviles...!) que se empecina en circular por las cada vez más intransitables vialidades de la otrora “Ciudad Amable”. (¿Quién dijo que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”...).»