Si, como se aseguró en “la mañanera” de ayer, “las remesas -envíos de dólares de los mexicanos residentes en el extranjero; en Estados Unidos sobre todo- nos están sacando del hoyo”, habrá que entender que los salvadores de la patria, hoy por hoy, serían los 38 millones de mexicanos que este año (según los cálculos aventurados en la misma “mañanera”) enviarán a sus padres, hermanos, esposa e hijos principalmente, un total aproximado de 40 mil millones de dólares; es decir, un promedio de poco más de mil dólares anuales per cápita; al tipo de cotización actual, unos mil 750 pesos mensuales para cada familia, equivalentes a 14 días (una quincena) de salario mínimo.-II-Estar “en el hoyo”, en términos económicos, significa estar en crisis; significa que si no fuera por los envíos de los mexicanos que han tenido que irse “pa’l otro lado” a buscar, al menos, los niveles de sobrevivencia que en su propio país no encuentran, y que se sacrifican para apoyar a sus familias, éstas, en muchos casos -en millones, seguramente- no tendrían los recursos suficientes para solventar muchas de las necesidades cotidianas más elementales: casa, vestido y sustento. Y si, como ahí mismo se indicó, “las remesas son la principal fuente de ingresos del país”, esa sería la mejor prueba de que la economía de México depende, en buena medida, de la transfusión de vena a vena -permítase la expresión- que la inyección de esos recursos significa.(Los estados que más remesas han recibido en el curso del año, por cierto -y a reserva de que los entendidos aclaren si debiera inscribírseles en el “cuadro de honor”... o, por el contrario, en el del oprobio-, han sido, en ese orden, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Estado de México y Oaxaca).-III-Entre los sacrificios a los que están sometidos los emigrantes, destacan la necesidad de desempeñar oficios que los estadounidenses desdeñan por su rudeza y por ser los peor remunerados -albañiles, cocineros, recolectores de basura...-, amén de las humillaciones y ocasionales persecuciones a que muchas veces se ven sometidos, más el simple hecho de tener que vivir “en la sombra” por ser, en infinidad de casos, ilegales; clandestinos; infractores de la ley en su país de residencia, en una palabra.Por lo pronto, si la voz más autorizada que hay en el país sostiene que “las remesas nos están sacando del hoyo”, tácito reconocimiento de que, en efecto, estamos... en el hoyo.