Domingo, 24 de Noviembre 2024

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- “¿Qué NO hemos hecho...?”

Por: Jaime García Elías

- “¿Qué NO hemos hecho...?”

- “¿Qué NO hemos hecho...?”

A la reciente información oficial de que cinco municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara están entre los 50 más violentos del país, se agrega un dato que lo corrobora: según la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, Jalisco está entre los seis estados que concentran la mitad de los homicidios dolosos ocurridos en el país en lo que va del año.

En consonancia con esa información, el director del Observatorio Jalisco Cómo Vamos, Augusto Chacón Benavides, aseveró (“Notisistema”, 21/07/21) que “las estrategias (en materia de seguridad), cualesquiera que éstas sean (...), no están funcionando”. Y preguntó: “¿Qué no hemos hecho para llegar a este punto?...”

-II-

“That is the question”, diría Hamlet: ¿qué hemos dejado de hacer...?

Al margen de otras hipótesis más plausibles, la incidencia delictiva puede atribuirse, en parte, a la descomposición social, y en parte a la impunidad rampante. Si la regla -no la excepción- fuera que los delitos se esclarecieran y los delincuentes recibieran el castigo previsto por la ley, los potenciales criminales se lo pensarían dos veces antes de perpetrar sus fechorías. Pero si la mismísima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha reconocido que el 94% de los delitos que se cometen en México quedan sin sanción, los posibles delincuentes actúan a sabiendas de que difícilmente serán descubiertos, enjuiciados y sancionados.

El tema remite a la teoría de la pena y a los estudiosos del derecho. Eugenio Cuello Calón, por ejemplo, afirma que “la pena debe perseguir la ejemplaridad, patentizando a los ciudadanos pacíficos la necesidad de respetar la ley”. Fernando Castellanos sostiene a su vez que si “el fin último de la pena es la salvaguarda de la sociedad, (la misma) debe ser intimidatoria; es decir, evitar la delincuencia por el temor de su aplicación”; añade que “debe servir de ejemplo a los demás y no solo al delincuente, para que todos adviertan la efectividad de la amenaza estatal”.

-III-

Esa es la teoría. Y esta otra -¡muy diferente!-, la realidad: el Índice Global de Impunidad, de Global Americans, señala que “México se ubica continuamente entre los diez países con los niveles más altos de impunidad en el mundo”. El reporte de enero pasado lo colocaba en la posición 60, entre 69 países analizados, en eficacia en la sanción de delitos.

El mismo organismo señala que “México cuenta con solo 2.1 jueces por cada cien mil habitantes, mientras el promedio global -el promedio, subrayémoslo; no necesariamente lo óptimo- es de 17.83 jueces por cada cien mil habitantes”.

Colofón: en todo delito hay dos culpables: el que lo comete... y el que lo permite.

jagelias@gmail.com

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