Según el adagio, “Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza jamás”… Ahí están, para probarlo, las cifras de los contagios de COVID-19 en Jalisco, difundidas ayer en EL INFORMADOR: de los 154 mil 393 casos registrados desde marzo -60% de los cuales se concentran en Guadalajara y Zapopan-, mil 600 se presentaron el sábado; la víspera se habían registrado mil 283; el sábado hubo 83 nuevas defunciones por esta causa, para un gran total de seis mil 512 en la entidad desde que comenzó la pandemia.-II-Si es cierto -como parece- que entre el contagio y los casos declarados transcurre, de ordinario, un lapso de 14 días, se infiere que los eventos más recientes en que se manifestaron claramente los síntomas de la enfermedad en la Zona Metropolitana de Guadalajara, obedecen a contagios ocurridos dos semanas atrás; es decir, muy probablemente en los días previos a la aplicación del “Botón de Emergencia” (vigente del 24 de diciembre hasta ayer, 10 de enero); o sea, en las fechas en que los medios de comunicación consignaban la afluencia masiva de personas desentendidas de las medidas profilácticas dispuestas por las autoridades -la sana distancia, el uso continuo y correcto del cubrebocas en la vía pública...-, que se agolpaban en las calles del Centro de la ciudad y en los centros comerciales, so pretexto de las compras de temporada.No hacía falta ser adivino ni profeta de desastres para anticipar lo que sucedería dos semanas después, como un milagro no lo evitara…-III-Cumplido, ayer, el plazo previsto para el citado “Botón de Emergencia”, las autoridades ponderan la posibilidad de extenderlo; se supone que el próximo viernes 15, tras una evaluación “con criterio médico-científico”, se tomará la decisión.En varios países de Europa -Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España entre ellos-, en varias ciudades estadounidenses y sudamericanas, y ahora también en la provincia canadiense de Quebec, se llegó ya al extremo de imponer el toque de queda; es decir, de prohibir que la gente salga de casa de noche y madrugada si no hay una causa de fuerza mayor que lo amerite.Se trata, en efecto, de medidas drásticas, que castigan a las personas en uno de sus órganos más sensibles -el bolsillo-, pero aplicadas res-pon-sa-ble-men-te, a partir de la obligada premisa mayor de las actuales circunstancias: que las cuestiones económicas son muy importantes, ciertamente…, pero la salud y la vida deben tener prioridad sobre ellas.