Pues sí: del dicho de la “No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos”, al hecho de que el gobierno mexicano ofrezca auxilio en momentos de apuro al presidente de Perú, por una parte, y amenace veladamente al gobierno norteamericano, por la otra, con meter mano en sus próximas elecciones si no da a los millones de mexicanos que residen y trabajan en aquellos pagos los derechos que su propio país les niega, hay mucho trecho.En compensación, ante la pasividad -o simple ineficacia- del gobierno mexicano para enfrentar al narcotráfico con algo más que caritativas admoniciones, el gobierno de los Estados Unidos ofrece recompensar con cinco millones de dólares (poco más de cien millones de pesos al tipo de cambio actual) las informaciones que permitan capturar a los hijos de Joaquín (“El Chapo”) Guzmán, exportadores de drogas al por mayor a la unión americana, para que sean juzgados por autoridades que no creen -como otras que pasan de la tibieza a la complicidad por omisión- en la eficacia de prédicas amorosas (“abrazos y no balazos”, por ejemplo) para sancionar delincuentes y erradicar delitos.-II-La “asesoría técnica”- por llamarle de alguna manera- ofrecida por el gobierno mexicano al del presidente peruano Pedro Castillo, se inscribe en prácticas como la de asilar a más de 20 mil republicanos refugiados de la Guerra Civil española entre 1939 y 1941; apoyar a los revolucionarios cubanos (Fidel Castro y el “Che” Guevara entre ellos) que derrocaron al régimen de Fulgenio Batista en 1959; a los chilenos simpatizantes de Salvador Allende perseguidos por el régimen de Augusto Pinochet en 1973, o rescatar y ofrecer asilo al ex presidente boliviano Evo Morales en 2019.El argumento de la “ayuda humanitaria” a los perseguidos, plausible ciertamente, esgrimido como pretexto en todos esos casos, no dejaba de estar reñido con la “Doctrina Estrada”. Ésta (denominada así en homenaje a su autor, Genaro Estrada Félix, secretario de Relaciones Exteriores en la presidencia de Pascual Ortiz Rubio) plantea desde 1930 el principio -supuestamente inflexible- de la autodeterminación de los pueblos; sostiene que los gobiernos extranjeros no deben juzgar, ni para bien ni para mal, a los de otras naciones, ya que implicaría violar su soberanía, y se opone frontalmente a cualquier forma de intervención del gobierno de un país a los asuntos internos de otro.-III-Moraleja (con la venia de Groucho Marx): “Estos son nuestros principios; si no les gustan -o si no nos da la gana de aplicarlos-, tenemos otros”.jagelias@gmail.com
