Lunes, 25 de Noviembre 2024

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- Pelos en la sopa

Por: Jaime García Elías

- Pelos en la sopa

- Pelos en la sopa

Puesto que en México se aplica al pie de la letra la máxima de que “No se mueve la hoja de un árbol contra la voluntad del Presidente de la República” -lo que implica que todas las hojas de todos los árboles sólo se mueven con el visto bueno del susodicho-, se da por hecho que se reanudará la construcción de la presa El Zapotillo, en Los Altos de Jalisco; que probablemente la obra sea concluida en el curso del próximo sexenio, y que, en consecuencia -¡abra-cadabra…!-, los problemas de abasto de agua para la cada vez más poblada y desparramada Zona Metropolitana de Guadalajara, pasarán a ser, ipso facto, cosa del pasado.

¿Será verdad tanta belleza…?

-II-

Si, como dicen que sucedió en su reciente visita a Guanajuato, el Presidente electo (ante el cual el ya casi ex Presidente es, desde hace tres meses, punto menos que un fantasma) afirmó que “El Zapotillo sí va”, se infiere que los conflictos jurídicos, técnicos y financieros que detuvieron la obra en plena marcha, quedarán resueltos como por arte de magia. Y que la película, por ende, se resolverá con el consabido final feliz.

Sucede, sin embargo, que en esta sopa no hay un pelo. Hay muchos…

Uno, que en la hipótesis de que la presa, en efecto, se concluya en el (relativamente) corto plazo deseable, hay dudas, a partir de que los temporales suelen ser erráticos, con respecto a los caudales que podría (en la práctica, no en la teoría) almacenar. Otro, que tendrán que compartir esos caudales, “como buenos hermanos”, dos núcleos urbanos insaciables: el de Guadalajara y el de León. Uno más, que captar las aguas (“mansas y torrenciales”, según el decreto del ex Presidente Zedillo, del 7 de abril de 1995) del Río Verde, afectaría, en mayor o menor medida, a los habitantes de nueve municipios de Aguascalientes, tres de Guanajuato, 21 de Jalisco y doce de Zacatecas. Y uno más, que se verían afectadas extensas zonas agrícolas, comprometida la producción de alimentos y dañada la economía de muchos miles de personas.

-III-

Así pues, sin que se pretenda que sería preferible no hacer la obra, hay que decir que, cuando la misma esté concluida y en operación, será un alivio, ciertamente, para uno de los graves problemas que confrontan gigantescos núcleos urbanos cuyas instalaciones hidrosanitarias son ineficientes y obsoletas… pero no la solución que quieren ver los ilusos.

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