Que el incendio de la catedral de Notre Dame, en París, casi coincidiera con el inicio de la celebración de la Semana Santa en todo el mundo, motiva algunas reflexiones adicionales sobre el tema…Mucha gente que apenas tiene alguna remota referencia acerca de esa iglesia, que quizá ni en sueños tendría ocasión de visitarla, y mucha más que se precia de su indiferencia religiosa, se impactó ante las imágenes que se difundieron en vivo y en directo por todo el mundo, y se conmovió ante la magnitud de la noticia. Mucha gente, asimismo, particularmente durante los Días Santos -jueves y viernes- acudirá a las iglesias -a las del Centro de Guadalajara, sobre todo- acaso no tanto para participar con devoción en los oficios (el Lavatorio, el Vía Crucis, Las Siete Palabras…), cuanto para “mantener la tradición” que les inculcaron sus ancestros.-II-La catedral de Notre Dame recibe diariamente más visitantes que la Torre Eiffel, y -como la Basílica de San Pedro, en Roma- acoge bajo sus bóvedas y emociona por las expresiones artísticas que encierra -arquitectura, pintura, escultura…- a más turistas que fieles. Se explica: aunque se construyó para el culto religioso, su alto valor artístico la convirtió en atractivo de primer orden para creyentes, cristianos o de otras religiones… e incluso para agnósticos. Las iglesias, como tales, día con día pierden feligreses, en parte porque el número de los creyentes va a la baja (“la secularización de las costumbres”, se dice en el ámbito eclesiástico), y en parte porque cada vez menos creyentes participan en los oficios religiosos.En el caso de las grandes catedrales, y en particular de las que, sobresalientes por su belleza, han sido reconocidas como expresiones supremas del culto a la belleza que floreció hace muchos siglos -Notre Dame se construyó siglos antes de que el descubrimiento de América demostrara la redondez de la Tierra-, el impacto emocional que causan a sus visitantes poco o nada tiene que ver con la fe que ellos tengan.-III-Si, salvadas todas las distancias, aun los no creyentes externan su admiración ante la Romería de Zapopan -recientemente declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad-, por ejemplo, más como expresión cultural que como manifestación de fe, el impacto mundial que ocasionó el incendio de Notre Dame confirma que, más allá de la vertiente religiosa -¡pretexto para tantas guerras…!-, sigue siendo cierto que “Nada de lo humano nos es ajeno”.