Martha Sepúlveda fue noticia, hace algunas semanas, al difundirse que sería la primera mujer colombiana a la que se aplicaría legalmente la eutanasia, el domingo pasado, aun sin ser una enferma terminal. Y volvió a serlo en vísperas de esa fecha, a raíz de que el Instituto Colombiano del Dolor decidió que, al tener “altas probabilidades de expectativa de vida mayor a seis meses”, Martha no cumplía con el “criterio de terminalidad” considerado inicialmente. Martha, por tanto, está viviendo, literalmente, “horas extra”... en contra de su voluntad.-II-La eutanasia está despenalizada en Colombia desde 1997. Entre 2015 y agosto de 2021, en ese país se han practicado legalmente 157 procedimientos.El caso de Martha Sepúlveda ha reanimado el debate sobre el tema, no solo a nivel nacional sino mundial.En países con una profunda tradición católica, como Colombia, el criterio más conservador sustenta que solo Dios puede decidir el momento y las circunstancias de la muerte. La Conferencia Episcopal Colombiana declaró que “La muerte propiciada mediante el suicidio asistido o la eutanasia, no resulta compatible con nuestra interpretación de la dignidad de la vida humana, como sí lo es la utilización de los cuidados paliativos”.Quienes, en cambio, más allá de las generalizaciones, entienden que la esclerosis lateral amiotrófica que padece Martha, a sus 51 años, es una enfermedad grave, degenerativa y hasta ahora incurable; que la mujer necesita ayuda para dar unos cuantos pasos; que no tiene fuerzas ni para apoyarse en un bastón; que depende de otras personas para asearse y para comer, suscriben lo que ella misma ha expresado reiterativamente desde que emprendió la lucha legal para tener acceso a la eutanasia: que aunque ella, como creyente, acepta que Dios es el dueño de la vida, se resiste a aceptar que Dios, entendido como la suprema bondad, quiera verla postrada en una cama, sufriendo, el resto de la vida.-III-El tema remite a la historia de Ramón Sampedro, marino y escritor español quien, tetrapléjico desde los 25 años, empeñó otros 30, el resto de su vida, en una lucha judicial para que en España se despenalizara el suicidio asistido, y a un párrafo de su libro “Cartas Desde el Infierno”: “Morirse es solo eso. Echarse a dormir cuando uno está muy cansado, sereno y tranquilo, sin temor al sueño, sin tristeza ni rencor mezquino, dejando en el mundo un buen recuerdo de nosotros mismos en todo lo que hemos amado”.jagelias@gmail.com