Que se haya cometido el error -del género de los escandalosos y de la especie de los imperdonables- de haber construido las Villas para los Juegos Panamericanos de 2011 donde nunca debieron construirse, no significa que, para tratar de enmendarlo, ahora deba cometerse el error, del mismo género y de la misma especie, de ponerlas a la venta para darles el uso que nunca debió dárseles.-II-Al tema, desde sus orígenes -hace una década-, se le han dado demasiadas vueltas. El proyecto original del Ayuntamiento de Guadalajara y el Gobierno de Jalisco, de construir las Villas a inmediaciones del Parque Morelos, con la intención de revertir el abandono y la ruina y promover el repoblamiento del Centro de la ciudad -asunto que acaba de retomar la actual autoridad municipal, por cierto-, redundó en la adquisición, a sobreprecio, de los predios supuestamente ad hoc. (El sobreprecio tenía su propia lógica: si los predios tenían demanda, los propietarios tenían la sartén por el mango para los efectos de la compraventa). Una vez que se juntaron la necedad de Mario Vázquez Raña -o sus asesores-, presidente de la Odepa, con la actitud pusilánime de las autoridades locales, se tomó la decisión, aberrante y caprichosa, de construir las Villas en El Bajío -zona de recarga de mantos freáticos-, donde las normas de uso de suelo lo prohibían de manera categórica. Cumplido (“haiga sido como haiga sido”, diría el clásico) el compromiso de los Juegos, quedaron no dos, sino tres problemas: 1) qué hacer con los predios vecinos al Parque Morelos; 2) qué hacer con las Villas…, y 3) cómo recuperar los mil 100 millones de pesos, tomados -en detrimento de los legítimos intereses de los burócratas de Jalisco- del Instituto de Pensiones del Estado y del Instituto Jalisciense de Vivienda.Para el primer problema se encontró una pretendida solución que hasta ahora sigue siendo abstracción químicamente pura y ha avanzado a paso de tortuga: la Ciudad Creativa Digital. Para el segundo y el tercero se maneja ahora la idea de vender los edificios que quedaron abandonados tras menos de un mes de uso… no obstante que desde que se perpetró -impunemente, además- esa brutal (ese es el calificativo a la medida) metida de pata, no ha sucedido nada que vuelva habitable lo que era desde el principio, técnica y legalmente, por definición, inhabitable.-III-Moraleja del cuento: “Errar es humano; perseverar en el error, diabólico”.