Nada tan fácil como incurrir en las generalizaciones. La del chiste clásico: “Es cierto que los indios caminan en fila india —dijo el simple—: yo una vez vi uno”. O la que se condensa en el adagio: “Al que mata un perro, le dicen ‘Mataperros’”.Viene al caso lo anterior por “la nota” por excelencia de los últimos días: la que reinstaló en el mapamundi a Tecalitlán, risueña población jalisciense de la que en todo el planeta se sabía, por la canción de Ernesto Cortázar y Manuel Esperón inmortalizada por Jorge Negrete, que “de Cocula es el mariachi, de Tecalitlán los sones”, etc. Pero ahí no sucedía nada que fuera noticia… hasta que se dio el caso de “los italianos desaparecidos”.-II-En lo que se alimenta la esperanza de que la historia tenga, en la medida de lo posible, un final razonablemente feliz, el episodio sirvió para que de Italia —por supuesto— y del resto de la “aldea global” por extensión, a través de las redes sociales que se han encargado de abatir barreras geográficas y temporales, surgieran y se difundieran los consabidos tópicos: que en México no se respeta la vida; que en México impera la violencia; que México es un país peligroso para sus habitantes y para los turistas…Los índices delincuenciales en México, comparados con los de países más civilizados —valga la expresión—, son altos, ciertamente. En las principales ciudades mexicanas —y aun en las no tan principales… como Tecalitlán, por ejemplo—, hay zonas y horarios en que es riesgoso deambular, lo mismo para turistas como para lugareños. Pero lo mismo ocurre en Roma, Nueva York o París.-III-Por lo demás, a reserva de que después del deseable “final feliz” de la historia se pongan los puntos sobre las correspondientes íes, de las primeras pesquisas, tras la denuncia de la desaparición de los tres italianos, hace tres semanas, se desprenden indicios de que los aludidos no estaban en México en plan de turistas. Uno de ellos, al menos, tenía antecedentes penales por haber realizado en México, en complicidad con otros italianos, en 2015, actividades comerciales fraudulentas.De donde se desprende que cometer ilícitos a nadie garantiza la impunidad… con todo y que ésta, a cambio de unas cuantas virtudes y otros tantos encantos y atractivos con que el Creador tuvo a bien favorecerlo, es una de las muchas imperfecciones de este (pese a todo) bendito país.Así que…