El cardenal arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, invitó “a los feligreses que acudirán (hoy y mañana) a la Romería 2019” a la Basílica de Zapopan (EL INFORMADOR, X-7-19, p. 6-A), a recordar “que este acontecimiento es de carácter netamente espiritual; no es con fines comerciales; no es con fines meramente sociales...”.-II-Habría que preguntar -con todo respeto, por supuesto- cuántos, del millón y medio o dos millones de “romeros” que presumiblemente participarán esta vez en el evento, lo harán imbuidos de esa mentalidad; cuántos, en efecto, acudirán, en palabras de Su Eminencia, “con fines que toquen nuestra vida, que la transformen”; cuántos, sin apartarse de la espiritualidad a que apela el prelado, lo harán con el ánimo de agradecer a la divinidad -o, en el caso, a la intercesora ante la misma- favores recibidos, o a encomendar necesidades. Cuántos más lo harán “por costumbre”, “por tradición”, “porque es algo que nos inculcaron nuestros padres y ahora queremos transmitir a nuestros hijos”, aunque detrás de esa práctica no haya ningún trasfondo que vaya más allá de la superficialidad, el costumbrismo o el folklore. Y cuántos más lo harán, simplemente, porque “La Llevada” es parte de su modus vivendi; porque son comerciantes -oficio por demás honesto, dicho sea de paso- que ven el acontecimiento como un nicho de oportunidad por tratarse -cuestiones de espiritualidad muy aparte- del mayor tianguis del año en la Zona Metropolitana de Guadalajara.-III-En todo caso, el mensaje del cardenal Robles Ortega puede ser una ocasión propicia para recordar el que en un episodio similar -una edición extraordinaria de la romería, organizada con motivo de su visita a México, en enero de 1979- pronunció, desde el atrio de la basílica, el papa (hoy santo) Juan Pablo II: “Será necesario cuidar con gran atención y celo la pastoral en los santuarios marianos, mediante una liturgia apropiada (…) y la predicación asidua y de sólida catequesis (…), la depuración prudente de eventuales formas de religiosidad que presenten elementos menos adecuados (…). Hay que aprovechar pastoralmente estas ocasiones, acaso esporádicas, del encuentro con almas que no siempre son fieles a todo el programa de una vida cristiana…”.Entender, pues -luchando con la tradición, casi tres veces centenaria, y que tiende a frivolizarlo todo-, que “La Llevada”, para los creyentes, debería ser, en el fondo, algo más que “patrimonio inmaterial de la humanidad”… y, al cabo, asueto, borlote, fandango, fritangas y folklore.