Viernes, 22 de Noviembre 2024

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- La Rotonda

Por: Jaime García Elías

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Unas por otras: si no es posible evitar la presencia de algunos advenedizos dizque Ilustres en la Rotonda de los Jaliscienses ídem, es un consuelo que esté en vías de subsanarse una de las varias ausencias significativas en la misma…

A 106 años de su nacimiento (el 12 de febrero de 1912) y a casi 38 de su muerte (el 27 de septiembre de 1980), según dispuso la semana pasada el Congreso de Jalisco, se dará trámite al traslado de los restos de Pepe Guízar (José Guízar Morfín, su nombre completo) al panteón que desde mediados del siglo pasado se asignó, en el corazón de Guadalajara, a los hijos esclarecidos de Jalisco.

-II-

De “Guadalajara”, seguramente la más conocida de sus canciones, suele decirse –como de la Marcha “Zacatecas”, de Genaro Codina—, que es “el segundo Himno Nacional Mexicano”. Casi todas sus estrofas son sobradamente conocidas… salvo una que sólo los eruditos almacenan, como cosa perdida, en la memoria: “Ay, ay, ay, ay, Zapopitan del alma, / nunca escuché otras campanas / como las graves de tu convento, / donde se alivian mis sufrimientos; / triste Zapopan, misal abierto, / donde son frailes mis sentimientos”.

Sin perjuicio de otros homenajes que se han dedicado a su memoria –una modesta placa en la muy bocabajeada “Plaza de los Mariachis”, una estatua medio perdida en el bosque de Los Colomos…—, la inclusión de “El Pintor Musical de México” en la Rotonda, a diferencia de unas cuantas que son bastante prescindibles, resultaba obligada. La correspondiente decisión, en consecuencia, subsana una grave omisión. A diferencia de algunos intrusos, que se colaron más por influencias no muy honrosas que por genuinos méritos, Pepe Guízar –como dice el tópico— “no necesita presentación”. Sus canciones, que el pueblo sigue cantando, justifican sobradamente la distinción de que se le hará objeto.

-III-

Seguramente que si se tratara de incluir en la Rotonda a todos los (y las) jaliscienses que merecen el calificativo de ilustres o esclarecidos, el centenar de urnas que hay actualmente en su interior y la veintena de esculturas que hay en sus jardines se limitarían a ser una representación simbólica. Científicos, investigadores, educadores, clérigos, artistas, deportistas, taurinos…: todos los gremios tienen a sus candidatos…

Sin perjuicio de que más tarde o más temprano se reivindique a muchos ilustres injustamente omitidos y aun olvidados, el homenaje a Pepe Guízar da pie a subrayar dos ausencias –permítase el epíteto— monumentales: las de Fray Antonio Alcalde y Juan Rulfo. Si, por razones muy respetables, no es factible colocar ahí sus restos, no hay ninguna que impida asignar a sus estatuas, cuando menos, el lugar de privilegio que merecen.

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