Honestamente, ¿no va siendo demasiado…? Que se haya identificado y capturado a los presuntos autores del más execrable y escandaloso de los muchos crímenes ocurridos en este país en los últimos tiempos -el caso de Fátima Cecilia-, y que muy probablemente el asunto concluya con la aplicación de “todo el peso de la ley” a los culpables, representará, apenas, una muy relativa victoria de la justicia, a cambio de infinidad de injusticias que de continuo se cometen. Y no es motivo suficiente para pregonar que “ya no es el tiempo de (Felipe) Calderón y de (Genaro) García Luna” -los malos de la película, desde cierta perspectiva-... ni, mucho menos, para la jactancia de que “ya no hay impunidad”.Por favor… -II- De entrada, la identificación y aprehensión de los probables autores del secuestro, violación y asesinato de Fátima Cecilia, obedeció a que las imágenes, captadas por las cámaras de seguridad de las calles por las que la presunta secuestradora llevó a la niña de la mano, y difundidas a profusión por todos los medios, permitieron que la tía de su presunto cómplice la identificara y los denunciara a la policía. El trabajo de “investigación e inteligencia” de las autoridades -muy importante, desde luego, porque aportó elementos para que un juez vinculara a proceso a los indiciados- se limitó a recabar, en el domicilio de estos últimos, una vez que fueron identificados, indicios de su posible culpabilidad; las ropas de la niña, entre otros. Se decía líneas arriba que la victoria de la justicia, en el caso, sería relativa, porque, encima de la penalidad que se imponga a los autores de estos delitos, falta ver las medidas que se tomen para impedir su linchamiento -ha habido amenazas al respecto-, primero, y para que ellos mismos, después, dimensionen la atrocidad de su conducta, se arrepientan y se enmienden. Después de todo, la pena no pretende ser una venganza de la sociedad ante los delincuentes, sino un método que permita sanar enfermos. -III- Hubo, en este caso, elementos -las cámaras de seguridad, principalmente- que facilitaron la investigación. Que, en consecuencia, muy probablemente no haya impunidad al cabo, no significa que lo mismo vaya a suceder con los miles de la misma especie que están documentados, ni en los que presumiblemente se producirán en el futuro. No sería esa, pues, la regla. Sería, en todo caso, la excepción. No hay aún, en consecuencia, nada de qué presumir.