Son estadísticas; frías, por lo tanto: dos de cada tres mexicanos (66.2% de la población, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública, difundida -y avalada, por tanto- por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) califican de “insegura” la ciudad en que viven. En Guadalajara, considerada antaño como una de las mejores ciudades para vivir -por su clima, sus servicios públicos, la amabilidad de sus habitantes, su gastronomía y demás atractivos turísticos y culturales... y, de paso, por su seguridad-, casi nueve de cada diez habitantes (87.1%, para ser exactos), según la misma encuesta, “considera que vivir es inseguro” (EL INFORMADOR, IV-19-22).-II-El reporte no incorpora información complementaria acerca de las denuncias que los habitantes de Guadalajara han presentado ante las autoridades por asaltos, robos en la vía pública, de automóviles o a casa habitación, etc. Por lo demás, ni falta que hacen: primero, porque las mismas autoridades admiten que hay un subregistro (se estima que se denuncian menos del 90% de los delitos que se cometen, por el engorro de los trámites burocráticos... pero principalmente por la inutilidad del trámite). Y segundo, porque ante la virtual inexistencia de estrategias preventivas y la probada incapacidad de las autoridades para investigar delitos y aprehender y procesar delincuentes, el ciudadano común reduce el riesgo de ser víctima de un delito reforzando las protecciones de su domicilio y saliendo de casa, en determinados horarios, solo para comprar alimentos y medicinas, o atender asuntos urgentes o verdaderamente importantes.El abandono en que quedan, a partir del cierre del comercio -las ocho de la noche-, las calles más céntricas de la ciudad; la inexistencia de atractivos adicionales a los bares en horarios nocturnos; el abandono de prácticas familiares otrora comunes como salir a pasear, al cine o a cenar, son prueba fehaciente de una realidad que se respira y flota en el ambiente: la gente tiene miedo.Por algo será...-III-En días pasados se insistía en el estribillo que se machaca insistentemente desde que se decidió reconvertir en “Paseo” la otrora Avenida Alcalde y extenderlo hasta la antigua Estación del Ferrocarril: la necesidad de “reactivar el Centro histórico de Guadalajara”. Algo que va más allá de la audacia de empresarios dispuestos a invertir en atractivos, y necesariamente tiene que llegar a la recuperación de la confianza ciudadana de que salir de casa a divertirse con la familia no equivale a jugarse la vida... o ser testigos de una balacera.