Un desplegado de la Universidad de Guadalajara (UdeG), publicado ayer en la prensa local, señala, en el último de sus seis párrafos, que “La habitabilidad de las Villas Panamericanas es una incongruencia desde cualquier punto de vista medioambiental y urbanístico, (y) atenta contra la seguridad hídrica del presente y el futuro de todos”; esto último (“todos”), en alusión a los actuales y futuros habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara.-II-La reciente resolución de la Sala Superior del Tribunal de Justicia Administrativa de Jalisco (TJAJ) aún podría revertirse, merced a una eventual promoción del Ayuntamiento de Zapopan y el consiguiente dictamen del Tribunal Colegiado (TC), si este último encuentra en la ley la ruta pertinente para pasar de la discutible legalidad del fallo del TJAJ a la legitimidad -es decir, la concordancia con la sensatez, con el consenso de los entendidos en la materia-, enderezar lo que aparentemente se torció, y evitar que los potenciales pobladores de la Villa -como apunta el mismo desplegado- “eventualmente reclamen escuelas, iglesias, mercados, plazas comerciales, áreas de diversión, esparcimiento y más fraccionamientos”: algo que daría la puntilla a la que debería ser, por su propia naturaleza, área de captación, infiltración, recarga y almacenamiento del no en vano llamado “vital líquido”, y no, como ha ocurrido al sumarse “la codicia de los desarrolladores inmobiliarios” -según reza el mismo desplegado- con una resolución judicial probablemente apegada a la ley, pero ostensiblemente divorciada del sentido común, en lucro abusivo de algunos aprovechados.-III-En lo que esa esperanza se consuma o se diluye, quizá venga al caso -a propósito de “aprovechados”- un párrafo de Piero Calamandrei, en su ya clásico “Elogio de los Jueces Escrito por un Abogado”: “En la abogacía civil, la diferencia entre los profesionales dignos y los aprovechados es la siguiente: que mientras éstos se ingenian en encontrar en las leyes las razones que permitan a los clientes violar legalmente la moral, aquéllos buscan en la moral las razones para impedir que los clientes hagan lo que solo las leyes permiten”.Permitir que prevalezca lo legal (conforme con la ley) sobre lo legítimo (conforme a la razón) -que no es lo mismo-, es condenar a las futuras generaciones -es decir, a muchos miles de inocentes- a pagar, al precio del deterioro de su calidad de vida por la carencia de un servicio tan elemental como el agua, las consecuencias de una resolución legaloide -legal en apariencia- pero, más que simplemente incongruente, necia, ruin, disparatada y aberrante.jagelias@gmail.com