Sábado, 23 de Noviembre 2024

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- Genaro... y Rosario

Por: Jaime García Elías

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Es de llamar la atención que en México se hable tanto de la lucha contra la corrupción, convertida en bandera por la “Cuarta Transformación”, y que hasta antes de la consignación de Genaro García Luna por parte de las autoridades estadounidenses, señalado, entre otras cosas, por haber recibido millonarios sobornos, en dólares, de narcotraficantes para permitirles sus operaciones, en las cárceles mexicanas hubiese una sola persona que hubiera desempeñado cargos públicos de relevancia, imputada por asuntos de corrupción: Rosario Robles.

-II-

De entrada: ni Rosario ni Genaro han sido condenados aún. De hecho, ni la que fuera Secretaria de Desarrollo Social en el sexenio de Enrique Peña Nieto, ni el que fuera director de la Agencia Federal de Investigación en el de Vicente Fox y de Seguridad Pública en el de Felipe Calderón, han sido procesados. Ambos tienen a su favor, pues, la presunción de inocencia. (Si antaño, en la práctica, toda persona era culpable de un delito hasta que ella no demostrara su inocencia, ahora, en teoría, todas las personas son inocentes hasta que no se pruebe su culpabilidad).

Rosario Robles está acusada de haber sido omisa, en algunos de los cargos públicos que desempeñó, “ante actos de terceros”; sin embargo, aunque sus procesos se encuentran en una fase preliminar, dichos “terceros” están en libertad; no están expuestos, por tanto, al escarnio público de las redes sociales.

García Luna fue detenido por las autoridades estadounidenses, y será juzgado por conspiración para tráfico de drogas y falsedad de declaración (no por haberse dejado extorsionar por narcotraficantes mexicanos) en la misma corte y por el mismo juez (Brian M. Cogan) que a principios del año condenó a cadena perpetua al “Chapo” Guzmán. Las declaraciones de algunos testigos en ese juicio, en el sentido de que los narcos hicieron aportaciones millonarias para campañas electorales o las entregaron directamente a altos funcionarios gubernamentales, no generaron -hasta donde se sabe- reacción alguna de las autoridades mexicanas.

-II-

Se trata  -subrayémoslo- de los dos casos más notorios; de los más mediáticos. Muchos otros, en los que hay indicios de que hubo irregularidades -por decirlo amablemente- en el manejo de los recursos públicos, tampoco han generado las acciones judiciales correspondientes.

Aun sobre la premisa de la presunción de inocencia, en ambos casos, está por verse si la guerra declarada a la corrupción en México se manifiesta en sanciones ejemplares a los corruptos… o se queda en palabrería químicamente pura.
 

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