Viernes, 29 de Noviembre 2024

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- ¿“Dramatizar”...?

Por: Jaime García Elías

- ¿“Dramatizar”...?

- ¿“Dramatizar”...?

Como decía la publicidad de cierto antigripal, “Son dos, se toman juntas”.

Una, el dato del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal -bellísimas entelequias (por definición, cosas irreales) ambas-, según el cual cinco ciudades mexicanas (Tijuana, Ciudad Juárez, Uruapan, Irapuato y Ciudad Obregón, en ese orden) ocupan los primeros lugares, a nivel mundial, no precisamente por su orden y belleza, la bondad de su clima, sus atractivos turísticos o la hospitalidad de sus habitantes…, sino entre las más violentas.

Dos, la declaración -ayer, en Mérida- del titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (¿otra entelequia…?), Alfonso Durazo Montaño, en el sentido de que “no queremos dramatizar” -habla, obviamente, en nombre del aparato gubernamental- con respecto a las especulaciones de que la crisis económica resultante de las medidas de confinamiento y suspensión temporal de muchas actividades productivas, dispuestas a raíz de la pandemia sanitaria, pudiera derivar, a corto y mediano plazo, en un repunte de la inseguridad y la delincuencia.

-II-

Si el perjuicio económico que ocasionó la contingencia permite vislumbrar la posibilidad de que se incrementen los delitos de carácter patrimonial, la deseable reacción de las autoridades debe consistir, precisamente, en prever y prevenir; no dramatizar… (Esto último consistiría en “exagerar con apariencia dramática o afectada” una posibilidad real).

Si, como se ha dicho mil veces, la economía informal -en la que se desenvuelve la mayoría de los trabajadores mexicanos- es la antesala de la delincuencia, el riesgo de que den ese paso hacia atrás en la escala social muchas personas que difícilmente volverán en poco tiempo a la normalidad, por indeseable que sea, es previsible. Y a la autoridad, en consecuencia, corresponde prevenir: tomar medidas orientadas a la reactivación económica y a favorecer a los más necesitados, por una parte, y a inhibir las conductas delincuenciales, por la otra.

-III-

Además de que las cinco ciudades más violentas del mundo se encuentran en México, entre las 50 peor calificadas en ese rubro, 19 también se ubican en la que algún genio ignoto del humor negro llamó “Tierra de Dios y de María Santísima”. Tijuana, que por segundo año consecutivo encabeza la ominosa lista, registra un promedio anual de 134 homicidios por cada cien mil habitantes… lo que denota y exhibe -sin “dramatizar”- la incapacidad de las autoridades para aplicar la única fórmula de eficacia probada que existe para inhibir los delitos: el esclarecimiento de los mismos y el castigo a sus autores.

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