Desde el basurero de la historia, donde se le suponía definitivamente sepultado desde que los gobernantes emanados de su partido (Acción Nacional, por si hiciera falta precisarlo) probaron a muchos ingenuos ciudadanos jaliscienses la veracidad del axioma de que “El que vive de ilusiones termina por morir de desengaños”, un antiguo personaje de la vida pública local (“de cuyo nombre...”, etc.) tuvo una fulgurante y fugaz reaparición. La aprovechó para, en consonancia con los videos de Emilio Lozoya y Pío López Obrador que fueron noticia en días pasados, referir, así fuera de refilón, algunos casos de corrupción ocurridos en las administraciones panistas de Jalisco. Más concretamente, las “cuotas” de entre cuatro y cinco millones de pesos que supuestamente cobraban “operadores” del PAN –cuyos nombres y apellidos fueron señalados abiertamente— para asignar cargos de magistrado en el Poder Judicial del Estado.-II-De aquellos tiempos datan otros temas que, en su momento, hicieron fruncir la nariz a infinidad de observadores y simples ciudadanos de a pie. Asuntos que –habría dicho Don Quijote— “olían..., y no a ámbar”. Casos sospechosos a tráfico de influencias, corrupción, enriquecimiento ilícito, etc.Verbigracia, la adquisición de terrenos aledaños al Parque Morelos para la doblemente fallida construcción de las Villas Panamericanas, los escandalosos manejos financieros detectados y denunciados en el Comité Administrador del Programa Estatal de Construcción de Escuelas (CAPECE), en el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (IPEJAL), en el SIAPA, en la Secretaría de Salud con el Seguro Popular, en la Inmobiliaria y Promotora de Interés Público del Estado de Jalisco (Iprovipe), en la Construcción de la Ciudad Judicial, en el manejo de los millones de pesos “invertidos” en los Juegos Panamericanos de 2011 (rubricados por el estridente y triunfalista “¡...Y vamos por las Olimpiadas!”), etc.-III-En “La Multiplicación de los Panes” (Ed. Ágata, 2007), Víctor Wario, editorialista de EL INFORMADOR durante muchos años, subrayaba el salto histórico en el vacío, sin red protectora abajo, de “los primeros panistas, ‘místicos del voto’, predicadores de la democracia ideal”, a “los buscadores del poder”.La denuncia misma acerca de la “venta” de cargos públicos, por hacerse de manera informal, ¡y, sobre todo, cuando los posibles delitos ya han prescrito!, más que un gesto de honradez o de congruencia, parece –salvo prueba en contrario— un caso de encubrimiento o complicidad por omisión por parte de quienes (citando de nuevo a Víctor Wario) “resultaron buenos para conquistar el poder, pero muy malos para ejercerlo”.