Cuando Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía se encuentran en la Hostería del Laurel, en la Sevilla de 1545, para comparar sus respectivos duelos victoriosos y conquistas amorosas, se produce este diálogo:Don Luis: Contad.Don Juan: Veinte y tres.Don Luis: Son los muertos. A ver vos. ¡Por la cruz de San Andrés!: aquí sumo treinta y dos.Don Juan: Son los muertos.Don Luis: Matar es.-II-Por si alguna duda hubiera de que la realidad, con demasiada frecuencia, supera a la ficción, los medios electrónicos, desde ayer, y los impresos, hoy, dan cuenta de que en el cotidiano inventario de sus nunca bien ponderados logros, el Gobierno, en voz del subsecretario de Derechos Humanos y Población, Alejandro Encinas Rodríguez, informó que en depósitos de cadáveres y fosas comunes hay ¡52 mil cuerpos! sin identificar.(¡Vaya logro...!: puntualizar que en Baja California hay nueve mil 087; en la Ciudad de México, seis mil 701; en Jalisco, cinco mil 738; en Chihuahua, tres mil 943; etc.; ni uno menos).Encinas refirió que de 2019 a la fecha, el Gobierno federal ha “invertido” (definición de invertir: “emplear, gastar o colocar bienes de capital en aplicaciones ¡pro-duc-ti-vas!”) mil 729 millones de pesos en un laboratorio de genética, un centro de resguardo de cuerpos -para evitar nuevas versiones de “los tráileres de la muerte” que en septiembre de 2018 dieron fama mundial a Guadalajara- y un laboratorio móvil forense, orientados (“Según San Lucas”) a la identificación -tan exitosa como puede verse- de víctimas de homicidios. Y anunció -”ya encarrerado el ratón...”- que propondrá al Congreso la creación de un Centro Nacional de Identificación Humana -a la que se dotará, casi seguramente, de instalaciones, personal, equipo y recursos económicos (dinero del pueblo)- para que realice el reconocimiento de los cuerpos y colabore con los familiares de las víctimas y las “comisiones nacionales de búsqueda”.-III-Reconocer que en México hay 52 mil cadáveres sin identificar -más los que seguramente deben estar desparramados en cerros, barrancos, basureros y fosas clandestinas- equivale a confesar que casi seguramente hay otros tantos crímenes impunes, aunque el discurso oficial proclame insistentemente lo contrario.Miles de delincuentes, en tanto, podrán reunirse en antros y bares -las versiones mexicanas de la Hostería del Laurel-, como Don Juan y Don Luis en la pieza teatral de Zorrilla, a jactarse de sus “hazañas”.jagelias@gmail.com