¿Se tratará acaso –malpensado como es uno— de un perfecto botón de muestra de las cosas malas que parecen buenas…?Pues resulta, señora, señor, que el “h.” Ayuntamiento de Guadalajara tuvo a bien habilitar módulos en las oficinas recaudadoras del Impuesto Predial, al efecto de que los sufridos contribuyentes decidan a qué aspectos debe dedicar, de manera preferente, su atención la (otra vez) “h.” Autoridad.El abanico de opciones es variopinto: desde la rehabilitación de la ciclovía de Avenida Federalismo hasta la nomenclatura de las calles (no se precisa si sólo la reposición de placas o si también, de paso, la corrección de erratas en las mismas), pasando por atención a mercados municipales y centros comunitarios que han sido dejados menos a la buena de Dios que a la mala de los elementos y a la peor de los vándalos, así como la instalación de “puntos limpios” (?) y el cuidado de áreas verdes y espacios recreativos.-II-Parece bueno, en efecto, que se invite a los ciudadanos a determinar prioridades en materia de servicios públicos. Parece obvio, sin embargo, que la respuesta más adecuada para la consulta cabe en una palabra de cuatro letras: “Todo”.Jerarquizar prioridades abre la puerta a que, aun en el caso de que los “h.” gobernantes acataran al pie de la letra el resultado de la consulta, los asuntos se atendieran hasta donde buenamente alcanzaran los recursos… y se desatendieran en la medida en que el Presupuesto de la comuna resultara insuficiente.-III-Si el Gobierno municipal es, esencialmente, la entidad encargada de suministrar los servicios públicos más elementales –seguridad, aseo, vialidades, espacios públicos…—, los responsables del mismo están obligados a seguir el ejemplo que don Tomás de Iriarte dejó en una de sus fábulas…En “El Jardinero y su amo” se consigna la atingencia de un jardinero por regar el huerto a su cargo… y la negligencia con respecto al estanque que servía de criadero de peces. Ante la reconvención del amo, el jardinero se esmera en el cuidado del estanque… pero descuida las plantas. La admonición final es esta: “Hombre, no riegues tanto / que me quede sin peces, / ni cuides tanto de ellos / que sin flores, gran bárbaro me dejes”.Y la moraleja de la historia viene a la medida para el tema local: “La máxima es trillada / más repetirse debe: / si al pleno acierto aspiras, / une la utilidad con el deleite”.