Se suponía que de los más notorios crímenes ocurridos en México de cien años a la fecha, dos, al menos, estaban satisfactoriamente resueltos: el del entonces Presidente Álvaro Obregón, asesinado en el restaurante “La Bombilla” de la ciudad de México el 17 de julio de 1928, y el del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, asesinado al final de un mitin en Tijuana el 23 de marzo de 1994, porque sus respectivos victimarios, José de León Toral y Mario Aburto Martínez, fueron detenidos de inmediato. Ambos -Toral y Aburto-, de hecho, se salvaron de ser linchados por los testigos de sus crímenes. Ambos, por otra parte, constituyen excepciones a la regla de que la impunidad, documentada en el 95% de los casos, es la secuela de la gran mayoría de los delitos que se cometen en este país.-II-Colosio, el Presidente que no fue, por una grosera paradoja fue beneficiario de su propia tragedia. Puesto que no llegó a gobernar, no tuvo que someterse a la prueba del ácido que remitió a muchos gobernantes -Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, Salinas, Fox y Peña Nieto entre los más recientes-, merced a la decepción de los gobernados, al basurero de la historia.Aunque oficialmente el asesinato de Colosio a manos de Mario Aburto es “cosa juzgada”, ahora, 28 años después, resulta que Aburto podría ser declarado inocente. Y no propiamente porque no hubiera hecho los disparos que segaron una vida y alteraron el curso de la historia -él mismo, en la reconstrucción del episodio, reconoció haberse aproximado a Colosio, pistola en mano..., aunque luego, supuestamente, alguien, en la bola, le empujó el brazo y produjo la detonación fatídica-, sino por probables vicios de procedimiento (tortura, falta de un abogado defensor, incompetencia del fiscal que tuvo conocimiento del caso...) que podrían invalidar el proceso y exonerar al culpable.-III-Lo único que faltaba, pues: que en uno de los pocos crímenes notorios resueltos en México de un siglo a la fecha, el culpable, a la voz de “usted dispense”, quedara libre de cargos... y su crimen se sumara a la masacre de Tlatelolco en 1968, las explosiones del Sector Reforma de Guadalajara en 1991, el asesinato del cardenal Posadas Ocampo en 1992, los de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014, el del ex gobernador Aristóteles Sandoval en 2020, y un interminable etcétera, con respecto a los cuales comisiones van y comisiones vienen, gobiernos van y gobiernos vienen, sin que se sepa a ciencia cierta la verdad... ni se haga justicia.jagelias@gmail.com